—Te llaman— dijo el chico abriendo la puerta del baño. Gracias al cielo, los vidrios de la ducha eran opacos.
—Maldición Fury. Me estoy bañando— llevé una mano a mi pecho intentando calmar mi corazón.
—Lo siento, pero te llaman— continuó entre risas.
—Estoy llena de jabón, tendrá que esperar.
—Mejor yo contesto. No hay problema— decidió saliendo del baño.
—Oye, OYE, ES PERSONAL— grité, pero no me dio pelota.
—To en orden— exclamó luego de un rato— número equivocado.
Terminé de bañarme, me sequé el cabello y me puse la camiseta que me había prestado. Pensaba ponerme el pantalón, pero eran demasiados botones y muy ajustado, por lo que me mantuve conforme al notar que la falda de la camisa me llegaba a medio muslo.
Cuando entré a la recamara hice caso omiso a la mirad que él me dio. Estaba tendiendo la cama.
—Yo no sé...
—No te preocupes, yo dormiré en la sala- concluyó señalando su cama para que me acomodara.
Me senté a un lado.
—Creo que esto funcionará. Tú duermes en tu lado de la cama y yo duermo en mi lado de la cama— resolví de buena manera.
—Resulta, señorita, que esta es mi cama, por lo que ambos lados me pertenecen— concluyó sentándose junto a mí.
—Sabes a lo que me refiero— me corrí hacia uno de los extremos y me arropé con las sábanas sin dejar de mirar su expresión divertida.
Segundos después comenzó a quitarse la ropa hasta quedar en bóxer.
La vista no era mala, la verdad.
—Creo que una barrera también pude funcionar— agregué tomando el montón de almohadas que habían sobre la cámara y dividí el territorio en dos.
Esto lo hizo soltar una carcajada.
—Yo creo que tu llevas mucha ropa— comentó escondiéndose bajo las cobijas.
Me giré dándole la espalda.
—Linda noche Fury.
—Sabes— dijo de repente— creo que Alba te quiere. Tuve que convencerla de que no era un asesino.
¡Carajo!
>> Afortunadamente te escuchó desde el baño. Supongo que tras saber que estabas viva aún, se relajó un poco.
—Dijiste que era número equivocado— me giré en su dirección. Él hizo lo mismo quedando de frente a mí.
—Mentí— contestó con los ojos cerrados.
—Querías que me quedara— agregué levantando la cabeza.
Él sonrió.
—Tú querías quedarte— revoleé los ojos y volví a descansar mi cabeza en la almohada.
—Duérmete— volví a darle la espalda.
—Te gusto— susurró junto a mi oído. Podía sentir su respiración bastante cerca.
—No— afirmé negándome a mirarlo.
Cuando sentí que su peso había desaparecido de mi lado, me atreví a mover la cabeza.
—Te gusto— sonrió frente a mí.
El maldito me había engañado y su rostro ahora se encontraba a escasos centímetros del mío. Detallé su rostro, sus ojos castaños y los mechones de cabello café que me hacían cosquillas en la mejilla.
—No— susurré retándolo con la mirada. Él volvió a reír y se inclinó más sobre mí.
Interpuse una almohada entre nuestros rostros antes de que cumpliera su cometido y lo empujé hacia su lado.
>> Tu lado— señalé una vez nos separamos— mi lado— señalé mi puesto.
Él solo se quedó allí tendido, riendo disimuladamente.
Le di una vez más la espalda y me cobijé bien.
—Te gusto— afirmó antes de apagar la luz.
Y esta vez fue mi turno de sonreír.
Pero él no me gustaba.
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Fury
Teen FictionUna nueva oportunidad para empezar de cero se convierte en la peor pesadilla de Maia cuando le hace un favor a su único amigo. Al mismo tiempo conoce a Fury, quién demuestra que las apariencias a veces engañan y que los amigos están en las buenas y...