Capítulo 13. Novia loca.

10.9K 1K 524
                                    




POCHÉ.

El almuerzo transcurrió de forma lenta para mí, el apetito había desaparecido de mi sistema, solo tragos de vino tinto pasaban por mi garganta cada vez que escuchaba como mi padre juntaba las palabras "matrimonio" y "obligaciones".

Al principio, cuando Santiago me propuso ser su esposa y compartir toda una vida con él, en mi mente pasó que era una muy buena idea, que al fin podía ser feliz, forma una familia y vivir mi vida como corresponde, pero ahora mi padre estaba tomando mi matrimonio como si fuera suyo, eso estaba, de alguna forma, haciéndome reflexionar si esto fue una buena decisión.

Quería que todo esto fuera divertido, entretenido e inolvidable, pero mi padre lo estaba convirtiendo poco a poco en una tortura y esto recién estaba comenzando.

—María José, no probaste bocado alguno —pronunció su padre mientras tomaba el último sorbo de su copa de vino —¿No aprecias lo que tu padre mandó a cocinar para ti?

—Lo aprecio mucho, padre —medio sonreí —Este día ha sido un poco ajetreado y tomé un café antes de venir, tengo el estómago algo lleno —tomé su mano por encima de la mesa —Disculpe.

—¿Estás bien, amor? —habló Santiago tomando mi barbilla con sus dedos, obligándome a ver sus ojos —¿Quieres que vayamos al doctor?

—No, no, no —negué rotundamente —Solo necesito descansar y... —observé el reloj que descansaba en mi muñeca —Es hora que vuelva al trabajo, tengo mucho por hacer.

—No te preocupes por eso, amor —su mano me detuvo, mi padre tenía una sonrisa en su rostro —Hablé con la señorita Hollpen y te dio lo que queda del día libre para que podamos disfrutar tu y yo —sonrió besando suavemente mi mejilla —Necesitamos pasar tiempo juntos.

—Concuerdo con Santiago —habló mi padre con una sonrisa de felicidad —Tienen que vivir lo que les queda de novios, ser esposos es totalmente diferente —Valeria salió desde la cocina para retirar los platos vacíos de la mesa —Deben salir al cine o al parque.

—¡Yo quiero ir al cine! ¿Me llevan? —preguntó emocionada mi pequeña hermanita, soltó una sonrisa en donde le faltaba unos dientes, mi corazón se lleno al ver su carita de felicidad.

—Claro que sí, pulga —le devolví la sonrisa, pero inmediatamente mi padre comenzó a negar.

—No puedes tomar decisiones sin tomar la opinión de tu futuro esposo, María —habló seriamente provocando que Valentina se cohibiera —¿Obligarás a tu novio a estar con una niña pequeña? Quizás quiera estar a solas contigo.

—Por mí no hay problema que Valentina nos acompañe el día de hoy —medio sonrió mi novio, tomé su mano entrelazando sus dedos con los míos.

—Santiago no tienes que permitir que María te persuada si no quieres, recuerda que tú tienes la última palabra —mi padre dirigió su mirada penetrante, esa mirada que ocupaba cuando quería conseguir lo que quería, no sé cual era su insistencia en que pasara más tiempo con Santiago. Era cierto, no habíamos tenido los mejores días con anterioridad, pero no me gusta la idea de que me presione a estar tiempo con él cuando lo único que quiero es estar sola y pensar en como dejé que mi ex volviera a mi vida.

Mi cabeza se torturaba por sí sola.

—No creo que Santiago esté obligado, padre —sonreí, tal vez así podría alivianar la próxima respuesta de mi padre —Además, así le ayudará a practicar cuando tengamos nuestros propios hijos —al parecer esa respuesta le dio en el clavo, porque en un instante, mi padre bajó la guardia.

Mírame con Amor | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora