Capítulo 21. Papito suegro.

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POCHÉ.

—Joder, pero eso es muy bueno —habló obvia mi mejor amiga —Tienes accesibilidad absoluta  a la hija del mejor golfista, esa entrevista será pan comido —se encogió de hombros, mi preocupación no era si iba a tener o no un buen reportaje, mi preocupación abarcaba en tener que acercarme a Daniela cuando ella tenía bastante claro que no me quería cerca.

No esperaba que Alba comprendiera, solo sabía el 50% de mi vida y no me sentía lista para contarle el otro 50%.

—De alguna forma siento que no le caigo bien -me encogí de hombros restándole importancia.

—¿Cómo no le vas a caer bien a ese bombón? Si prácticamente viven juntas —rodé los ojos a recordar que en el contrato de Natasha salía exclusivamente que las visitas no podían dormir en el apartamento, ¿Cuándo dejé que esto sucediera?

—Aún así, no me sentiré cómoda estando sola, ¿no me quieres acompañar? —le hice el mejor puchero que mi boca pudo crear. Le había mandado un correo a Germán Calle para poder agendar una cita con él sin especificar quien era, nadie mejor que él conocía la historia detrás de mí y Daniela y enfrentarlo va a ser una de las cosas más difíciles que haré en mi vida.

—El bomboncito no te comerá, María José —ya me comió y ahora solo me está masticando y escupiendo al piso cual chicle sin sabor, pensé —Ya verás que te irá muy bien en la entrevista.

Gruñí ante su respuesta tan positiva.

—Además, estos días saldré con Aida, cumpliremos unos meses estando juntas —carcajeó —No me preguntes cuantos porque no tengo idea, solo sé que me citó en su apartamento —mordió su labio inferior, negué con la cabeza.

—No sé como es que esa pobre chica te soporta —volví a mi escritorio y comencé a teclear el email que tendría que mandarle a Daniela, si quería obtener respuesta de su parte, debía ser todo de forma profesional.

—¿Qué te digo? Soy un encanto —me guiñó el ojo —Ayer no fuiste a Misa, ¿Ya le pediste perdón al señor? —habló para comenzar a reír de su propio chiste.

—No fui porque estaba con Valentina y no tenía muchos ánimos —me encogí de hombros —Además, el padre solo me preguntará por la boda y en estás instancias no puedo pensar en eso.

—¿Tu padre ya tiene todo listo? —preguntó.

—Tal vez, no me sorprendería que ya estuviera todo preparado, en unos cuantos días tengo que ir a probarme el vestido de la mamá de Santiago —rompió en risa —Espero no sea tan terrible.

—Parecerás una viejita de los años cincuenta —continuó riéndose.

—Ya sé —rasqué mi nuca ante su verdad —Las invitaciones llegan mañana en la mañana y eres mi dama de honor, te haré llegar el vestido que mi padre escoja para ti —apagué mi computador al enviar el correo para Daniela, corto, preciso y conciso.

—Si no me queda de otra —balbuceó —Pero escúchame bien Garzón, si me veo ridícula con ese dichoso vestido, tú sufrirás las consecuencias -habló seria. Alcé una de mis cejas.

—Me arriesgaré —espeté —Ahora vayámonos, que tengo que ir por Vale al colegio y luego a arreglar las cosas con mi novio, desde ayer no me habla.

—Si me hubieras dejado a medio coger, tampoco te hablaría —se paró tomando sus pertenencias y ambas salimos de mi oficina.


Valentina no tardó en correr hasta mi habitación para cambiarse de ropa, estaba tan contenta porque dentro de poco saldría de vacaciones y verla así, alegraba mi corazón.

Mírame con Amor | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora