Capítulo 18. Remember

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POCHÉ.

Las ganas de pegarle una cinta en la boca a mi hermana eran inmensas, mis mejillas comenzaron a arder y no dudaba que el rojo de estas estuviera intensificándose, haciéndose más notoria al igual que mi incomodidad.

Hubo un silencio eterno en donde Daniela pasó mirándome fijamente por primera vez desde que entro por esa puerta, sin saber que decir ni cómo responder a la pregunta hecha por mi pequeña hermana.

-No creo, su belleza es única, ninguna mujer puede igualarla –habló Nath metiendo su cuchara en la conversación, de alguna forma salvándonos, de forma inconsciente, en el aprieto en el que estábamos.

La castaña recapacitó y fijó su atención en Vale e inmediatamente sonrió.

-Lo dudo pequeña, yo recordaría a una princesa como tú –le acarició su cabecita y Vale no tardó en sonreír.

-Pues aun así, me eres muy familiar –habló sacando la mochila que cargaba de su espalda para posarla en sus piernas.

-Valentina se quedará con Poché, amor –respondió Nath, la estaba adorando en estos momentos por hablar, de mi garganta no salía palabra alguna por el casi ataque cardiaco que me había hecho pasar la pequeña.

Nunca pensé que la recordaría cuando solo fueron un par de veces que la vio cuando era pequeña. Una salida al parque y un par de helados fueron los que compartieron ambas hace unos años atrás, Vale solo tenía dos años por eso no había tenido cuidado en que se vieran, pero al parecer la memoria de mi hermana era intachable.

Y eso me atormentaba un poco.

Tendría que hablar con ella para que de alguna forma no hablara con papá sobre la novia de la chica que estaba viviendo conmigo, eso sí sería trágico para todos. Tener que revivir lo que pasó hace diez años atrás sería dar en el talón de Aquiles de mi padre y no creo que él pueda soportar otra decepción de mi parte.

Para Juan Carlos Garzón, Daniela Calle era mala influencia para su pequeña hija, era aquella chica que la llevo al lado oscuro de Dios, aquella que no merece respeto de su parte y la culpable de las desgracias de ese año que vivimos.

Volverla a ver tal vez sería un martirio para él, pero para mí, sentía que era una señal que recién ayer pude descifrar y entender. No podía comprender por qué Dios volvió a poner a Daniela en mi vida, en mi camino sobre todo cuando estoy a punto de cumplir con una parte importante en mi vida que es mi noviazgo y matrimonio con un hombre bueno como Santiago.

Hombre que no merecía tal engaño de mi parte.
Pero anoche... anoche fue lo mejor que me pudo pasar en diez años, había olvidado lo que se sentía el placer, había olvidado lo que se sentía sentirse amada, querida, deseada por alguien de tal forma que te llevara al máximo de éxtasis que puede sentir una mujer en su vida.

Daniela me había dado todo eso y más en tan solo una noche y de alguna forma me daba miedo que Santiago no me hiciera sentir ni la mitad de lo que la castaña provoca con tan solo unos toques.

—¿Estás perdida en tu boda o en el mundo Santiago? –rió Nath empujándome un poco haciendo que me orientara temporoespacialmente, las miradas de todas estaban sobre mí

—¿Qué? –pregunté algo confundida.

—Estuviste mirando a la nada durante un tiempo, supongo que pensando en tu hombre –sonrió la peli negra –Poché nos entregará una invitación a su boda, bebé, seremos las primeras en recibirlo –habló dirigiéndose a Daniela, ella la miró un poco sorprendida y no pude evitar sentir un revoltijo en mi estómago.

Mírame con Amor | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora