• . ˚ * ━━ 𝐂𝐑𝐀𝐙𝐘 𝐒𝐈𝐓𝐔𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍
❝Su vida anterior era aburrida. ¿Qué tenía de malo quedarse en ese universo?❞
Cuando una gran fanática de Marvel atraviesa las barreras de la realidad en el día de su cumpleaños, se adentra sin querer en un m...
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CAPÍTULO XI ➸ La fiesta de Liz
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ERAN APROXIMADAMENTE LAS DIEZ en punto de la noche cuando el coche rojo y un poco destartalado de Ginevra Storm se detuvo frente a una enorme casa llena de adolescentes. Mary se apresuró a despedirse de su tía y a abrir la puerta del coche, pero se encontró con que estaba cerrada.
—Antes de irte, tengo que darte una charla. —informó Ginny, apoyando un codo en el volante para posar su cabeza de forma cómoda.
Mary contuvo el impulso de hacer una mueca con su rostro.
—Tienes dieciséis años y vas a una fiesta de instituto, es algo completamente normal, Mary. —dijo Ginny—. Pero quiero que sepas que si vas a pasártelo bien en el otro sentido, tienes que usar precauciones.
—¡Tía Ginny! —exclamó Mary indignada. Luego añadió con una voz más suave—: Sabes que soy virgen.
—¡Por eso mismo te lo digo! Eres una adolescente hormonal. ¿Qué esperabas?
Mary suspiró pesadamente antes de desbloquear la puerta del coche y salir de ella disparada, ignorando los llamados a gritos de su tía. Cuando confirmó el coche rojo se había ido, pudo suspirar aliviada.
Una cabellera rubia apareció en su campo de vista como por arte de magia, y cogió a Mary de un brazo para arrastrarla hacia el interior de la casa de Liz.
—¡Me encanta tu vestido! —comentó Gwen en un pequeño grito, para hacer notar su voz por encima de la multitud y de la música.
La verdad era que Mary se había preocupado bastante por la ropa que llevaría a la fiesta debido a que nunca antes había asistido a una. Por eso le había costado una buena media hora escoger el vestido color rosa palo que llevaba puesto.
Mary observó a Gwen, que iba vestida con una camisa blanca y una falda ondulada color granate. Su largo cabello rubios estaba recogido en una coleta (que era como lo llevaba habitualmente), al contrario del de Mary, que le caía por encima de los hombros en pequeños y ondulados rizos.
Ambas amigas se sonrieron cuando un chico desconocido pasó por su lado ofreciéndoles unas cervezas que aceptaron gustosamente.
—Gracias. —respondió Mary a su amiga—. A mí me gusta tu falda.
—Oh, sí. —sonrió Gwen—. Me la regaló mi madre hace una semana por sacar buenas notas. A mis hermanos les regaló unos tirachinas, por lo menos lo mío era algo más decente.
La castaña sonrió a la vez que le daba un trago a su botella de cerveza. Antes de poder cambiar de tema de conversación, una figura masculina se interpuso entre ellas, pasando sus brazos por los hombros de ambas chicas.
