Capitulo uno.
"—Y espera a que te rompan el corazón, dulzura. Porque cuando estés destrozada en el suelo de tu habitación, vas a entender que no hay mejor poder que el de desquitarte con otras personas tu propio dolor"
Su risa. Eso me empezó a gustar de él, su forma de reír, que no era contagiosa, pero a mi me hacia reír de todas formas. Tenia una forma en la que sus hoyuelos se hagan ver graciosos. Nicholas tenía la forma de hacer que todo él se vea agradable, incluso sin intentarlo. Su risa me hipnotizó completamente, no por su tono ni por el ruido que producía, sino por su forma de reír, como si reír fuera lo más importante del mundo. Como si fuera lo mejor del mundo, y como si fuese algo de lo que en algún punto se te iba a privar completamente.
Lo segundo fueron sus ojos. No por su color celeste, o por sus largas pestañas, o por el pequeño lunar que había junto a su ojo derecho. No, fue por lo que transmiten, Nicholas Whitehook era ese tipo de persona que con una mirada te dejaba un calor agradable en el pecho. Yo, en sus ojos, veía paz.
Lo tercero, fueron sus labios, no por su atractivo carnoso o por su hermoso color rojizo. Fue por las palabras que comunican. Transmitían todo lo que si ingeniosa cabeza pensaba. Su forma de hablar y decir todo como si fuese maravilloso hasta la más simple cosa. Hacía ver todo maravilloso. Su perspectiva de las cosas, y como las transmitía por sus labios, fue lo que me gustó de él.
Sin embargo, no sabía cuando me empezó a gustar Nick . Tampoco sabia cuando le empecé a gustar yo a él. ¿En qué momento habíamos pasado de ser grandes amigos a ser algo que solo nosotros entendíamos?
No éramos pareja, pero tampoco éramos amigos; ni siquiera yo sabía lo que éramos. Teníamos una conexión especial, única entre tantas personas, pero no había una palabra formal. No queríamos tenerla, tampoco. Esa palabra significaba que en algún punto, cuando eso acabase, dejaríamos atrás nuestra amistad. Y nos gustaba nuestra amistad.
—¿En que piensas, Alex?—me preguntó, apenas me senté en la mesa de la cafetería. Sus ojos azules e inocentes me miraban como si fuese una joya.
Le sonreí como una tonta enamorada, como siempre que lo veía. Pasé mis brazos por su tonificada espalda con un tatuaje en ella, y me acercó más a él.
—En ti—le dije.
Nick sonrió con un par de hoyuelos perfectos para acto seguido besarme. Fue un beso casto, pero de todas formas dulce, dejó una sensación agradable en mi pecho. Sonreímos cuando nos separamos, para volver a unir nuestros labios.
Escuché un resoplido y un sonido similar a un vomito, seguido de un par de risas. Saqué mis brazos de Nick y miré hacia la mesa, donde mi grupo de amigos y un rubio molesto estaban sentados. Rodé los ojos fastidiada al ver que el rubio nos miraba con asco fingido en su rostro.
—Me dan ganas de vomitar—sentenció Sean viéndonos a los dos, para acto seguido dar un bocado de su almuerzo.
—Yo creo que es envidia, Shane—dije mal su nombre, simplemente para molestarlo.
El rodó los ojos exasperado, demostrando su odio hacia mi. Siempre fue así, desde niños conozco a ambos, siempre han estado revoloteando a mi lado en fiestas y cócteles a las que tenía que ir con mi familia. Cada vez que me daba vuelta, Nick y Sean, eventualmente Reid también, eran una constante en mi vida.
—¿Por ti o por Nick?—preguntó—. Me robaste a mi mejor amigo, Lexie.
La risa de Nick logró sacarme de mi enfado para lograr que dirigiera mi mirada hacia él, quien rió por lo dicho por su mejor amigo. Suspiré sabiendo, que al fin y al cabo, no podías discutir contra Sean por más que quisiera. Era el mejor amigo de Nick, después de todo. Ambos chicos se conocían desde que tenían cinco y siete años respectivamente, con Sean siendo el mayor. Sus padres eran amigos, compartiendo el mismo círculo social que los míos y los de mis tíos. Desde que habían conocido, eran inseparables, puesto que encontraron una forma de completarse como solo ellos sabían. Y sabia que Nick, entre todas las personas del mundo, elegiría siempre a Sean y viceversa. A veces lo envidiaba, la forma que tenían de ser tan unidos que siempre se pondrían por encima de otros.
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El juego de los corazones rotos
Novela JuvenilUn corazón roto, es una parte de ti desaparecida; hundida en lo más profundo de tu alma, aquel lugar que es sofocado de tristeza y destrucción. Es una parte de ti que se va, se desvanece con lágrimas dolorosas y sollozos fuertes, desgarradores. ¿Co...