Capítulo 03

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Un suspiro seguido de un gruñido de frustración salió de los labios de Christopher. Su piel sintió la fresca brisa de Noviembre contra la piel de su rostro y la de sus manos descubiertas.

Ya habían pasado varios días desde que había visto a Erick en la biblioteca, nuca volvió a verle por ahí, no había regresado desde aquel día. Cada vez que llegaba a abrir la biblioteca en esa semana libre, miraba a los alrededores durante la mañana para ver si de casualidad encontraba al chico castaño que había manchado de refresco la primera vez que sus ojos se habían cruzado.

Christopher se sentía decepcionado, no sabía por qué.

Pero no había sido la última vez que le había visto, ya habían pasado un par de días desde que las vacaciones habían terminado y ellos tuvieron que entrar a la universidad. La siguiente vez que había visto a Erick había sido en el auditorio universitario, al lado de su padre el cual daba la bienvenida y presentaba a Erick como un premio. El castaño con un traje azul media noche ajustado, dando a conocer su esbelta figura y su delgada cintura la cual realmente llamaba la atención, sumada con sus llamativos hombros, ajustando su cuerpo de una manera simplemente atractiva. Christopher no pensaba que fuera un premio como su padre lo decía, Christopher pensaba que era una bella escultura artística.

Y entonces de nuevo.

—No puedes fumar aquí. El capítulo veintitrés del reglamento universitario dice claramente que un estudiante no puede consumir alcohol, drogas o cigarrillos dentro de las instalaciones.

Esa fue la cuarta vez que Christopher volvió a ver a Erick, y la primera vez que Christopher sintió que Erick le había salvado.

Christopher se volteó y abrió la cajetilla mostrándole el interior de esta con una leve sonrisa forzada dibujada en su rostro.

—Mi hermano se las ha acabado no tengo que fumar. No puedes mandarme una sanción por ello.

Erick inclinó su cabeza hacia un lado confundido, como un pequeño y tierno cachorro al momento de abultar sus labios.

—No pensaba mandarte una sanción o decirle a mi padre. —llevó su mano derecha a uno de los bolsillos de su pantalón y sacó un cigarrillo de ahí para luego extendérselo con una sonrisa amistosa—Se lo quité a uno de los chicos con los que te juntas, puedes tomarlo. —Christopher rió secamente.

—¿Por qué haces esto?

Erick se encogió de hombros.

—Tus ojos están llorosos, tus manos tiemblan. Lo necesitas. —Christopher no respondió y solo se le quedó mirando. El castaño borró su sonrisa poco a poco y se estiró hacia una de las manos de Christopher, la extendió y colocó sobre su palma el cigarrillo.

—No estoy mal, no lo necesito. —negó apartando la mirada y tragando en seco.

—Será nuestro pequeño secreto, Christopher. —dijo Erick cerrando la palma de Christopher y dedicándole una última sonrisa para luego irse del lugar tras el edificio escolar, sino antes soltar un: —Espero tus problemas se arreglen, te deseo suerte, chico bibliotecario.

Ese día Christopher no fumó el cigarrillo, lo guardó y observó horas después bajo el gran árbol verde mientras se encontraba recostado sobre el pasto. Lágrimas cayendo por sus mejillas en silencio y un cigarro entre sus dedos. Ese día Christopher no volvió a fumar, solo sonrió recordando como aquel chico había tomado su mano y le había dado un cigarrillo, deseándole un bien a su persona.

Entonces allí se encontraba, a lo lejos observando al llamativo castaño sonreír y reír mientras Louis hacía maniobras con su desayuno.

Desde el día en que Erick le había dado el cigarrillo, no le había vuelto a dirigir la palabra más los dos podían sentir una leve tensión entre ellos. Sus miradas se cruzaban por los pasillos, su nombre estaba en boca de todas las chicas de su clase las cuales hablaban sobre la belleza y amabilidad del inalcanzable Cubano.

Prohibido; ChrisErickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora