Es hora de decirte

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25.- Es hora de decirte




La despejada noche no hace sentir mejor a Nagato, acordando con los padres de Itachi y Jiraiya el buscar a los muchachos todos se han separado para tratar de averiguar su paradero antes del amanecer.

— Te agradezco la ayuda Yahiko, pero seguramente tienes muchas responsabilidades, — mientras caminan por las calles se detiene, acaban de salir del edificio donde los abogados trabajan y el de cabellos naranjados no tardó en ofrecerse para seguir buscando a los muchachos.

— ¿Te molesta que te acompañe? — el otro enarca una ceja cruzándose de brazos, se ha detenido también quedando a unos pasos de su automóvil estacionado.

Nagato suelta un resoplido antes de responder, — algo — dice con sinceridad y desvía la mirada, no tiene tiempo ni animo de entablar conversaciones innecesarias.

— Todos estos años en los que dejamos de vernos me he preguntado si guardabas algún resentimiento hacia mí, — esta vez es Yahiko quien suspira, — es evidente que sí.

El pelirrojo sonríe. — Lo lamento no es momento de hablar sobre el pasado, debo encontrar a Naruto y...

— Jamás me casé con Konan.

Pese a ser interrumpido Nagato se mantiene lo más calmado que puede al escuchar aquello.

— Todo lo que viví con ella era una fantasía sin significado, la quise, es verdad, pero debí darme cuenta que no resultaría... que nunca debí apartarme de ti, que...

— Es suficiente — esta vez es él quien interrumpe, frunce el entrecejo, no está dispuesto a hablar sobre aquello y menos con una situación tan delicada entre manos.

— Si me dejaras explicarte, — suspira con clara expresión compungida — no te pido que sea ahora, solo quiero que me permitas hablar contigo sobre lo que pasó.

Al solo recibir silencio el de cabellos naranjados inspira hondo, se lleva una mano hacia sus hebras para contener su frustración.

— Lo que pasó antes ya no interesa pero tampoco sucederá nada ahora.

— ¿Es por Kisame? — no puede evitar preguntar y la mohína de genuino desconcierto que dibuja Nagato le hace sentir aliviado, al parecer el pelirrojo no está enterado del interés que el azulado esta desarrollando hacia él.

— No comprendo.

— Olvídalo, — niega ligeramente menos preocupado — tienes toda la razón, no es momento de insistir, te ayudaré con lo que necesites y no espero nada a cambio, Nagato, — sonríe y se considera el ser más afortunado al poder percibir un ligerísimo rubor en las mejillas del otro, quizá sea por la poca luz de lugar pero va apostar todo a que se debe a otra razón.

Pero es el inoportuno celular del pelirrojo el que suena interrumpiendo la agradable atmosfera que a duras penas estaba creando, dejan de prestarle atención del todo para responder a la repentina llamada. Yahiko aguarda expectante a que termine esa conversación, se entretiene lo que puede con el gris muerto del concreto a sus pies, suspira algo cansado pasando el peso de su cuerpo de un pie a otro, oye los monosílabos que Nagato le regala a su interlocutor y al oír la exclamación alarmada de ¡que!, es que se sobresalta para confirmar como el otro luce repentinamente nervioso y angustiado.

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