Los ojos al revés

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-Priscila... ¿Ese será tu verdadero nombre?

La pequeña se levantó con algo desconcertada al mismo tiempo que tenía poco conocimiento en cuanto al origen de quien pronunciara su verdadero nombre, era difícil de saberlo ya que todo se encontraba oscuro y ella únicamente se encontraba en el suelo tratando de orientarse. Mientras era capaz de elevar su pequeño cuerpo, el mismo se vio paralizado al instante con un frio indescriptible capaz de dominarla por completo. Se trataba del enorme insecto, a comparación de que ahora contaba con sus dos palillos insertados. Uno en la parte superior de su ojo izquierdo y el otro justo en centro con sus globos oculares eran divididos por parte de su ojo derecho.

-Es mejor que te largues de aquí, estoy con Dani, y ella no duraría en matare- dijo firmemente capaz de ponerse de pie y ponerse de puntillas con sus manos armando puños que tenían como base el coraje al momento que declarase estas palabras en un tono ciertamente alto.

El bárbaro monstruo emitió un sonido desgarrador proveniente desde lo más profundo de sus sauces al mismo tiempo que acercaba de golpe su enorme rostro con el de la pequeña niña marcando una gran diferencia en cuanto tamaño provocando incomodidad por la cercanía de los palillos –¿Por qué debería de temerle a una Suppra? Cuando puedo temerle a una asesina como tú- el ultimo monosílabo lo pronunció fuertemente, tanto así que su pequeño cuerpo cayó de golpe mientras cerraba sus pequeños ojos para luego, al momento de abrirlos, percatarse de que toda la gente de su alrededor era la misma que se encontraba en la terraza aquella noche, mirándola de forma culposa y al mismo tiempo con miedo mientras sus susurros ahora se escuchaban mucho más fuertes provocando molestias en la dueña de la ilusión.

"¿Qué soy realmente?" se cuestionó a ella misma incapaz de encontrar una respuesta satisfactoria; ni de parte suya, ni mucho menos de las personas que la rodeaban en sus sueños con todas esas palabras molestas

-Eres una asesina-respondió una señora a sus costados, la cual guardaba su forma de humanoide mezclada con las orejas y rostro de un zorro.

-Eres una joven que embarró sus manos con sangre inocente- reclamó la pequeña ranita víctima del impacto que se encontraba ahora frente de ella y sacaba su pequeña lengua en tono de fastidio luego de su argumento.

-Una inútil, que cree poder hacer algo, pero realmente lo único que sabe hacer es matar-respondió Dani, dándose a notar entre aquella multitud al mismo tiempo que la señalaba con esa sonrisa tan descriptiva suya para que luego el resto de especies empezaran a perder el control riéndose y se turnaran para decir su propia definición perteneciente a la pequeña niña; todas y cada una de ellas negativas.

-Una ignorante.

-Fuera mejor si no tuviese esos palillos, estarías muerta justo ahora y no hubiese muerto gente importante.

-Eres un monstruo raro, ya que no das miedo.

-Eres una inútil.

-Alguien desconocido, siquiera tú mismo sabes que eres.

-Una niña dependiente.

-Una completa inservible.

-Buena para nada.

-Alguien sin objetivo alguno.

Miles y miles de personas se acercaban cada vez más encerrándola en un círculo sofocador del cual sabía muy bien que nunca de los nunca escaparía, que la seguirían siempre para remarcar su enorme error, que aquellas voces dentro de su ente nunca de los nunca cesaría realmente y que, sin mucho rodeo, se encontraba condenada para siempre. Nunca estaría conformo con ella misma, las personas que sabían del hecho lo contarían a más y más personas que la tomarían como una idiota inservible sin vocación alguna que únicamente ocupa un espacio de más en el universo.

La niña que rompió el espacio tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora