Capítulo 4

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Habían pasado dos días desde mi discusión con Ash. No habíamos vuelto a hablar. No había hablado con nadie. Nadie había hablado conmigo. Ni siquiera Ana o África, no las culpo, seguro que tienen cosas mucho mejores que hacer que hablar conmigo. Me sentía sola. Y aunque quisiera negarlo, no me gustaba este sentimiento de soledad. Cuando estaba en casa lo único que quería era estar sola, silencio, paz. Pero ahora que lo tengo, me doy cuenta de que no es lo que pensaba, no me gusta, me agobia.

 Empecé a pensar en mi madre. En casa. En Ana y África. En mi vida antes de que se volviera una mierda. Cuando todo eran risas. Recordaba las clases de piano que me daba mi padre, y cuando salíamos al jardín de atrás, que da a un lago, y dibujábamos a los patos. También pensé en esas noches en las que mi padre ponía música y bailaba con mi madre por todo el salón…

El sonido del timbre me sacó de mi trance. No me apetecía ir a abrir así que esperé a que Ashton fuera. Volvieron a tocar entonces asomé la cabeza por la puerta de mi habitación y escuché el agua de la ducha correr, lo que significaba que Ashton se estaba duchando y me tocaba abrir a mi. Pff… Bajé las escaleras cuando volvieron a tocar más fuerte “YA VOY, ¿TE QUIERES ESPERAR?” grité acercándome a la puerta. Cuando abrí me encontré a dos chicos en la puerta que no conocía. Uno era alto, guapete, moreno y de pelo negro. El otro me hizo gracia porque tenía un pelo rojo muy llamativo y me recordó a Elmo, de Barrio Sésamo.

 “Em… Hola, soy Michael. ¿Está Ashton?” preguntó el pelirrojo.  Yo miré hacía adentro de la casa un momento para escuchar como el agua dejaba de caer. “Sí. Se está duchando, pero creo que ya ha terminado. Pasad.” dije en el tono más amable que pude. Michael y el otro chico entraron y fueron al salón quitándose las zapatillas y poniendo la televisión como si fuera su propia casa. No dije nada más y subí las escaleras hacía mi habitación encontrándome con Ashton saliendo del baño con unos pantalones cortos, sin camiseta y el pelo mojado, “Hay dos chicos en el salón que preguntan por ti,” por un momento me miró con cara rara, no sé si porque le estaba hablando o porque no sabía a quien me refería así que por las dudas aclaré “uno tiene el pelo rojo, Michael creo que era…” al oír mi breve descripción del chico su cara de extrañeza desapareció y asintió con la cabeza, mientras yo continuaba mi camino a la habitación.

 Cerré la puerta pero aun así oí los gritos que pegaban estos tres chicos desde el piso de abajo. Decidí ponerme música para distraerme y cogí mi ordenador. Nada más conectarme a Skype la ventanita de llamada entrante apareció en mi pantalla. Pulsé aceptar y me acomodé en mi cama. “No, África, no nos ve… que no, que hay que pulsar ahí, mira déjame…” De pronto una chica rubia y otra morena aparecieron en mi pantalla. “Eli, ¿nos ves?” dijo África acercándose a la cámara. “Sí te veo, y si te acercas más te voy a ver hasta los granos.” dije en forma de broma pero sin reírme.

“Mírala, igual de agradable que siempre, ¿es que Australia no te ha afectado para nada?” dijo África alejándose de la cámara.

 “Afri, que Australia no es mágica, no va a empezar a cantar y bailar con dos días que esté allí.” Ana le informó soltando una pequeña risa. Sonreí. Las echaba de menos.

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 Hablamos por un rato, una hora o así, ya que, aunque aquí era pronto allí era súper tarde. Cuando terminamos de hablar decidí bajar a hacerme una tostada o algo, me moría de hambre.

 Bajé a la cocina, evitando estar mucho tiempo en el salón para no tener que enfrentarme a Ashton y compañía. Pasé tan rápido que apenas vi que hacían. Entré y cerré la puerta. Me acerqué al armarito donde estaba el pan, pero no lo vi. Miré un poco más arriba y vi que estaba en la parte más alta. Genial, esto seguro era idea de Ashton. Deambulé un poco pensando en como podía coger el pan. Me senté en uno de los taburetes de la isla de la cocina y seguí pensando. ¡Claro! Imbécil… me levanté del taburete y lo arrastré hasta el armarito, subiéndome a el de rodillas. Llegaba perfectamente al pan, y justo cuando lo estaba cogiendo entró alguien en la cocina, me asusté y tiré el pan al suelo, menos mal que estaba en una bolsa. Bajé del taburete y me giré para ver quien había sido el idiota que me había asustado, preparándome para echarle una buena tira de insultos.

11:11, make a wish.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora