Nueve

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Inhalé y exhalé rápidamente.

Sentí un hormigueo en la puntas de los dedos. El pánico me estaba invadiendo.

Estaba perdido, perdido y jodido.

-¿Quieres sentarte?... - la castaña me examinó con frustración -...parece que te vas a desmayar- la hiperventilación me estaba destruyendo el costado.

Me senté.

Lo veía venir, casi me había olvidado de él, por poco concebía mi 'lugar feliz'. Claro, si eso fuera posible podría alcanzar mi más grande nirvana.

De todas las putas personas que me odian en el maldito instituto, tenía que ser Hood al que tendría que enfrentar, el maldito de Calum Hood.

Mi visión se deformó, no llores Luke, no aquí. No ahora.

Tengo que salir de aquí. No puedo enfrentarlo. No así. Me levanté rápido, sentí un tirón de dolor por todo el cuerpo. El maestro entró con varios libros en la mano, me miró con desagrado.

-Siéntese Hemmings...- no, tengo que salir, tengo que irme. ¿y si está en esta clase?

Me dirigí a la puerta ignorando los llamados del profesor, al diablo con todo esto.Las zancadas al caminar me eran un recordatorio de lo molido que estaba. Necesito más tabletas, tal vez unas mil. ¿Serán suficientes? Tal vez no.

No había dado ni dos pasos fuera del aula y lo ví. Para mi propio suplicio había ganado anchura. Su sonrisa fría me atravesó la espina en un escalofrío.

Al sonreír sus ojos se entrecerraban aún más. Disfruta del temor, y yo exudo pánico.

-¡Lukey! ¿A dónde vas?- su voz me hizo un nudo en la garganta.

Me dí la vuelta, cada fibra de mi cuerpo estaba en alerta. Corre.

Me tomó de la muñeca con fuerza. Sentí como las heridas se abrían y por supuesto, el también.Una lágrima resbaló por mi mejilla, no sé si por el dolor o por el miedo, tal vez una irónica combinación de ambos.

Maldición.

El profesor salió del salón bastante encabritado. -Hemmings, Hood, adentro, ya-.

Por favor no.

-Vamos Lukey, nos podemos sentar juntos- retorcí mi muñeca, sacrificaría mis curaciones, pero al carajo. Me asió más fuerte, sentí explosiones de dolor adormecer mi brazo.

Me arrastró hacia adentro a la última fila. Me arrojó a la silla, el moretón del costado golpeó con el borde de la mesa.

-AGH, carajo- me abracé el torso.

-¿Con esa boquita te metes vergas a la boca?- susurró la tipa de al lado.

Apuesto que te metes hasta tres, zorra.

Calum se sentó al otro costado, aun sin borrar la jodida sonrisa de su boca. ¿Qué planeas? Las posibilidades me hicieron temblar.

La hiperventilación se quería combinar con sollozos, debiste quedarte en la cama. Eres un jodido imán de problemas. Sentí hilillos de sangre corriéndose por toda la venda amenazando con resbalar por la palma de mi mano. El ardor se extendía por todo mi antebrazo.

-Saquen sus notas, hoy empezamos con los nuevos temas- la voz del profesor me retumbaba en las sienes, mi mente estaba en alerta total.

Mi cuerpo entero gritaba que huyera. ¿Podría tan siquiera intentarlo?

Miré de reojo a Calum, estaba escribiendo algo en el móvil. Tal vez podría ir al baño, claro al baño de mi casucha. Ni de coña me quedo.

El profesor se giró hacia la pizarra, todo mundo comenzó a escribir. Tenía la mirada clavada en la mesa, necesitaba regular mi respiración. Pude sentir los ojos de Hood clavados en mi.

「Mis demonios」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora