Atrapado en una pirámide

3

Scar gruñó suavemente cuando su sangre comenzó a supurar de al menos cuatro o cinco heridas. La más grave fue la que recibió de un hombre humano que le disparó en el pecho con un pequeño revólver humano. Ahora, debido al frío gélido, esta herida comenzaba a eliminar la última fuerza que le quedaba. El humano a su lado comenzaba a moverse y él trataría con ella cuando ella despertara de su siesta. Aunque no quería hacerlo, tenía que acabar con este humano, era una cuestión de orgullo; Por otra parte, ella había mostrado su destreza en la lucha dentro de la pirámide y podría convertirse en un miembro honorario si él podía simplemente '' marcarla ''. Entonces todas las costumbres de los Depredadores quedarían satisfechas y él no tendría que matarla.

Lex gritó de dolor cuando rodó sobre su espalda y se tumbó en la nieve. Su brazo derecho la estaba matando. O Scar se había dislocado el hombro derecho o le había arrancado el brazo para intentar salvarla o ahora estaba en el infierno. Ella pasó los dedos de su mano izquierda por su hombro contenta de sentir que su brazo todavía estaba allí.

Lex murmuró: '' Debe haberlo dislocado entonces ''.

Scar volvió la cabeza hacia la hembra humana y se levantó. Lex logró ponerse de pie cuando trozos de Aliens explotados comenzaron a fallar desde el cielo. Cuando Lex se puso a cubierto, parecía que el Depredador en realidad estaba sonriendo mientras agarraba algo del suelo y corría tras ella.

Lex continuó corriendo hasta que vio lo que parecía una cueva y transmitió esta información al Depredador detrás de ella. Hizo varios ruidos y continuó detrás de ella. Lex, mientras continuaba corriendo hacia esta aparente cueva, comenzaba a cansarse y comenzó a tropezar cuando dos poderosos brazos la rodearon por la cintura y la llevaron a la cueva.

Lex dejó escapar un gruñido cuando el Depredador la dejó caer al suelo cuando entraron en la oscura cueva. Lex encendió una bengala que iluminaba la oscura cueva y notó que el Depredador parecía estar temblando o cerca de él. La nieve le cubría los hombros y el atuendo que llevaba puesto, lo que quedaba, no era apto para el Antártico.

El Depredador se sentó en la nieve y Lex se arrastró hacia él. Se quitó la mochila que había estado usando y comenzó a sacar algo de material que provocaría un incendio. La criatura la observó mientras recibía la bengala y la ponía al lado de los trozos de material que dejó en el suelo y pronto se encendió una llama.

Lex luego miró al Depredador que sostenía un dedo alienígena cortado en su mano. Ella asintió con su consentimiento antes de que él continuara con lo que planeaba hacer y dejó escapar un pequeño grito de dolor cuando el ácido abrasador golpeó su frente. Pero pronto el Depredador terminó su tarea y se sentó a su lado. Ahora ambos tenían el mismo símbolo grabado en su piel.

Continuará . . .