QUINCE

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Por un instante, Garrett tuvo la tonta idea de reírse un poco. Si se trataba de una broma, entonces era una muy bien diseñada y estructurada, pero a esas alturas, todo lo que había visto estaba bien explicado. Aunque Kirah no lo sabía todo, Garrett dudaba que alguien que estuviera mintiendo pudiera inventar nombres como Alnilam, Alnitak y Mintaka.

—¿Orión? —preguntó—. ¿Nuestro planeta?

—Así es —dijo Kirah—. La constelación es en realidad un sistema multiestelar que marca el camino a Orión.

Al ver cómo Garrett no decía nada, sino que la miraba fijamente y con una tormenta llena de dudas en su expresar, ella soltó una risita.

—Bien... Orión es como la ciudad más comercial en un mundo de vendedores.

—Tus alegorías no tienen mucho sentido, ¿sabes?

—Imagina un planeta, enorme, inmenso, que es conocido en diferentes galaxias por ser casi el centro de la civilización universal —le explicó Kirah—; que tiene conexiones con muchos sistemas. Diplomacia, comercio, compra y venta de minerales y gases... ¿no?

—Creo que voy entendiendo —Garrett se lo imaginaba como un enorme planeta rojo, con un anillo quizá, y con múltiples naves espaciales a su alrededor, en una especie de tráfico intergaláctico. Claro, en caso de que todo aquello en verdad existiera.

—Orión debe de tener milenios ahí —Kirah comenzó a caminar de espaldas, provocando que Garrett la siguiera de cerca—. Ha tenido todo tipo de guerras, problemas de política... de todo.

—¿Y es... nuestro hogar? —Garrett no se imaginaba eso. Con toda la imaginación que había logrado desarrollar en los últimos dos días, no lograba crear una imagen de esa magnitud en su cerebro—. ¿Y cómo es que terminé...?, perdón... ¿Que terminamos aquí?

No quería mostrarse muy curioso, o hartante en su modo de querer corroborar la información que Kirah le estaba brindando.

—Veníamos en una misión de reconocimiento —soltó ella, casi de golpe, deteniéndose de nuevo bajo la constelación de Orión. Habían dado una vuelta a toda la sala—. Y en el camino de regreso, fuimos interceptados.

Por el ser humano. No había otra explicación. Por eso la nave caía en llamas. Por eso hubo un tiroteo.

—¿Cómo...?

El rostro de Kirah se entornó bastante serio. De hecho, había perdido todo rastro de cariño y alegría por ver a Garrett.

—Fuimos traicionados.

Garrett sintió cómo parte de su cuerpo se entumía. Su mente lo llevó de nuevo hacia atrás, cuando sintió la descarga eléctrica. Justo cuando todo se tornaba de color negro. Alguien lo había atacado, y no parecía formar parte del Área 51. Claro, ¿por qué alguien lo atacaría directo a él?

Se trataba del traidor.

—¿Nos traicionaron...? —le faltaba el aliento.

—Alguien nos expuso frente a los terranos —por obvias razones, Kirah se estaba refiriendo al ser humano—. Y el ataque a Polaxcs fue...

—¿Polaxcs...? ¿Qué...?

—La nave —dijo Kirah— que está tres pisos por encima de nosotros. —Kirah lo dijo tan rápido que Garrett supo que ella tenía cosas más importantes que decir—. El ataque a Polaxcs fue gracias a nuestro traidor.

La nave espacial caía del cielo, provocando un fuerte impacto en medio de todo el lugar, matando así a miles de personas. Grandes capas de arena se alzaron por los aires, y la visión de Garrett comenzó a verse demasiado limitada.

Código 51 [Viaje entre Mundos I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora