VEINTICUATRO

267 50 9
                                    

Garrett no sabía si iba a funcionar. De hecho, cada pensamiento que chocaba consigo mismo dentro de su mente le indicaba que había muchas posibilidades de que Izzy muriera en aquellos minutos del traslado de la enfermería al hangar donde la Polaxcs estaba bajo investigaciones. Pero aún con todo eso en la cabeza, cruzó el corredor, siguiendo a Kirah, con Izzy en sus brazos nuevamente, esperanzado en que realmente iba a funcionar.

La verdad, aquello era todo lo que importaba en ese instante. Ya no le interesaba mucho, aun cuando fuese de alta prioridad, si aquella misma noche iniciaba el plan de escape, y si lograban sacar a todos los prisioneros del Área 51. Lo único que mantenía el corazón de Garrett palpitando a toda velocidad era la seguridad, bienestar y supervivencia de Izzy. Si la Polaxcs le prometía eso, no le importaba a cuantos guardias tendría que quitarse de encima, entraría a la nave legohriana a como diera lugar.

—Garrett —Kirah se detuvo a su lado y lo obligó a detenerse—. Pásamelo.

—¿Qué?

—Izzy —dijo—; yo lo cargaré.

—No estoy cansado —terció él, casi a regañadientes—; puedo cargarlo sin problema. Puedo...

—La Polaxcs sólo se abrirá con tu huella —le explicó con rapidez—. Necesitas limpiarte la sangre. Quitar todo rastro terrano para que podamos tener acceso.

Por un instante, y sólo un instante, Garrett miró a Kirah a los ojos. Esos de color rojo intenso que, a través de aquella oscuridad del corredor que guiaba a unas escaleras casi sin luz, brillaban más que nunca. Por un instante, Garrett se preguntó si, en caso de que fueran pareja, esos ojos rojos eran lo que más le gustaba de ella. Y si no, agradecía por un momento a la amnesia, ya que, en ese momento, lo eran.

—Está bien... —musitó.

Si lo que Kirah decía era correcto, entonces sólo él tenía acceso a la Polaxcs. ¿Se debería a algo con respecto a las razones por las cuales, en primer lugar, estaban en la Tierra?

Con lentitud, y a la vez, rapidez, pasó el cuerpo de Izzy de sus brazos a los de ella. Al principio creyó que Kirah se tambalearía o algo, pero no. Era bastante firme y resistente. Otra sorpresa de ser un legohriano.

—Andando.

Anduvieron en silencio, esperando no toparse con algún guardia. En caso de que sucediera, Garrett estaba seguro de que su amigo se encontraba a salvo en los brazos de Kirah. No tenía duda alguna de ello. Lo único que pensaba al respecto era cómo reaccionaría él ante un ataque. Ya había comprobado que sí peleaba, pero no era mejor que su amiga. O que su oponente. ¿Dolerían los golpes? ¿Podrían matarlo de ese modo?

—¿Recuerdas dónde estaba? —murmuró él, para distraerse un poco.

—Sí, estamos cerca —susurró ella.

No mentía. Los dos cruzaron el pasillo entero, y después de internarse en varios laboratorios, dieron con el hangar que Garrett había visto con anterioridad. El reloj que estaba encima de su puerta marcaba que ya era medianoche. ¿Los estarían buscando? ¿Habría una especie de alerta roja? ¿Dónde estaría la escuadra A en esos momentos y cuanto tiempo disponían antes de que regresaran a la Sala Ambiental, donde algunos cuerpos inertes de guardias los esperaban?

Kirah abrió la puerta de una patada, y Garrett corrió hasta el frente, donde estaba la supuesta entrada de la Polaxcs.

Justo como la había visto: inmensa, curiosa, a oscuras. Sin ninguna señal de vida inteligente en su interior. ¿Cómo se podía entrar a ella?

Como por arte de magia, o como si la nave leyera el pensamiento, un panel comenzó a descender hasta la altura de su cadera.

—Coloca la mano —dijo Kirah.

Código 51 [Viaje entre Mundos I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora