#2: "No olvides que soy un galán"

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Paso el día muy nerviosa esperando que llegue la noche. Nunca había hecho una locura así pero una parte de mí está emocionada. Por fin llega la noche y me pongo mi vestido favorito. Me miro en el espejo y me pregunto si me he arreglado demasiado. Me dejó intuir que iríamos a una pizzería pero a saber, con los hombres nunca se sabe.

A las 8 en punto suena el timbre de mi apartamento. Puntual, me gusta.

—¿Sí? —pregunto por el interfono.

—Soy Chris.

—Ahora mismo bajo —contesto antes de colgar.

Cojo mi abrigo y mi bolso del perchero que tengo al lado de la puerta y salgo de mi apartamento bajando dos pisos de escaleras hacia la salida. Chris está en ella esperándome. Lleva un abrigo negro largo y una bufanda ya que estamos en pleno invierno y hace frío.

—Hola —saluda ofreciéndome su mano.

—Hola —le saludo cogiéndosela.

—Estás preciosa —me dice dirigiéndome a su coche. Me abre la puerta del copiloto.

—Qué galán —le vuelvo a decir con una sonrisa divertida que él me devuelve.

—Ahora sí sabrás lo galán que puedo llegar a ser.

Me guiña un ojo antes de cerrar la puerta y rodear el coche para entrar en el sitio del conductor. Enciende el coche poniendo la calefacción y conduce en un agradable silencio llevándome por las calles de Manhattan hasta pararse en un restaurante pequeño pero precioso.

—Vamos, es aquí.

Bajamos del coche y nos dirigimos al interior. Abro mucho los ojos admirando este lugar. Por dentro es precioso y a pesar de que sea una pizzería parece un sitio caro.

Vaya, se lo está currando.

—Buenas noches —saluda Chris a una mujer que nos recibe en la entrada.

—Buenas noches señor Anderson; por aquí, síganme —dice la camarera que nos atiende educadamente y nos lleva hasta la mesa­—. Enseguida vienen a entenderos.

—Vaya —digo impresionada.

—Si es que soy un galán —me dice divertido.

Yo me río mientras me quito la chaqueta y me siento enfrente de Chris. Miro alrededor, es una sala pequeña pero acogedora y está toda llena de gente muy bien vestida y elegante. De repente un señor con traje se acerca a nuestra mesa presentándose.

—Buenas noches, mi nombre es Robert y estaré atendiéndoos esta noche. Aquí tienen las cartas, ¿desean algún vino?

—Sí, tráiganos un Pinot Noir.

—Buena elección señor Anderson, enseguida se la traigo.

—Gracias Robert —dice Chris.

Robert da un asentimiento de cabeza antes de retirarse para buscar la botella de vino que ha pedido Chris.

—Te conocen bien aquí, ¿eres un cliente habitual?

—Algo así —responde de manera enigmática con una sonrisa.

—¿Traes aquí a todas las chicas a las que les pides matrimonio? —pregunto con ironía mientras leo la carta.

Chris me sonríe divertido.

—Solo a las que dicen que sí.

Robert aparece con la botella de vino. Nos la muestra antes de abrirla y servir un poco en la copa de Chris. Chris coge la copa dándole unas vueltecitas, inhala cerrando los ojos y le da un pequeño sorbo antes de dejarla encima de la mesa de nuevo.

Despedida de solteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora