# 5: "Estás preciosa cuando sonríes"

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Llevamos ya tres meses juntos. Tres meses los cuales nos hemos estado conociendo en todos los niveles. Tres meses maravillosos, llenos de risas y de amor. Me despierto con la alarma que me indica que ya son las 6:30 de la mañana y la apago con rapidez para que Chris no se despierte. Abro la luz de la lamparita que tengo en mi mesita de noche y observo con una sonrisa a Chris dormir mientras pienso en todo lo que hemos vivido hasta ahora, todo ha pasado con tanta rapidez que incluso parece un sueño.

Me levanto de la cama y voy rápidamente a la ducha recordando las tres siguientes semanas de conocer a Chris, la primera vez que me dijo que me quería.

___

Estamos paseando por Central Park, cogidos de las manos, un sábado por la mañana. Miro mi alrededor y todo lo que veo es mucho más colorido, mucho más bonito, mucho más nítido que antes. Dicen que cuando estás enamorada todo se vuelve de color de rosa, ¿será eso lo que me está pasando? Chris frena de golpe y se coloca delante de mí. Parece un poco nervioso.

—Julie, no quiero asustarte pero... necesito decirte esto... yo... creo que me estoy enamorando de ti.

—¿Qué? —susurro ruborizada apunto de escapárseme esa sonrisa de estúpida.

Chris me acaricia la mejilla -le encanta acariciarme la mejilla- y me coloca un mechón de cabello por detrás de la oreja a la vez que me regala la sonrisa más bonita que he visto en mi vida.

—Retiro lo dicho. No lo creo, lo sé. Julie, estoy enamorado de ti.

—¿Estás seguro?

—Muy seguro.

—Yo también estoy enamorada de ti Chris. Te quiero —murmuro.

Chris amplía su sonrisa y me abraza dándome un beso en la cabeza antes de susurrarme a la oreja.

—Te quiero Julie.

Esta vez soy yo quien coge a Chris de sus mejillas y lo beso en los labios con todo el amor que puedo expresar. En este momento siento que estamos solo nosotros dos, nuestro alrededor ha desaparecido creando un espacio lleno de magia y electricidad.

___

Me pongo la toalla al salir de la ducha y quito con la mano el vaho del espejo. Me quito los enredos de mi pelo largo y rubio antes de hacerme un moño. Al entrar en la habitación me encuentro a Chris sentado mirándome con esos ojitos brillantes tan característicos.

—¿Por qué no me has despertado para meterme contigo en la ducha?

—Se dice buenos días —le digo con una sonrisa mientras voy hacia mi armario.

—Buenos días preciosa. —Chris se acerca por mi espalda y me abraza por detrás dándome un besito en el cuello antes de repetir—: ¿Por qué no me has despertado para meterme contigo en la ducha?

—Porque después de esa ducha tendríamos que habernos dado otra y yo llegaría tarde al trabajo.

Me doy la vuelta con los brazos cruzados pero divertida, incluso excitada pensando en lo que podríamos haber hecho.

—Tienes razón, estaríamos todo el día en esa ducha; probablemente no llegarías a trabajar ni mañana.

—¿En serio? ¿Todo el día?

—Tooooodo el día.

Chris me coge de la cintura levantándome y me lleva hasta la cama. Se tumba encima de mí y comienza a besarme con furia, con ansia, con deseo. Abre la boca para mí y toco su lengua con urgencia ganándome un gruñido de satisfacción.

—Tienes... tienes que ir a trabajar —tartamudea Chris con voz ronca.

—Sí... es verdad... y tú también.

Mi respiración es agitada y mi corazón late con tanta fuerza que parece que quiera salir de mi pecho.

—Bien... sí... los dos... trabajar...

—¿Se te ha olvidado cómo se habla? —pregunto divertida.

—¿Te sorprende que haya perdido la cabeza después de ese beso?

Yo me río de él pero una sonrisa lobuna empieza a tirar de sus labios y yo paro de reír rápidamente. Mierda... sé lo que viene después de esa sonrisa. Chris empieza a hacerme cosquillas por todo el cuerpo y yo me muevo desesperada a que pare, riéndome como si estuviera loca suplicando clemencia. Chris por fin para y al ayudarme a levantarme de la cama me da una palmada en el culo animándome a que me de prisa o llegaré tarde al colegio.

El fin de semana pasa muy rápido, demasiado. Ya es lunes otra vez y como cada principio de semana Marta y yo pasamos la tarde juntas. Hoy hace un día precioso, el buen tiempo se acerca, así que hemos decidido coger el café para llevar y pasear por Central Park mientras hablamos de nuestras cosas, como siempre, cuando Chris me llama al teléfono.

—Hola cariño —le digo feliz de escucharlo.

—Me encanta cuando me llamas así. —Sonrío—. Estás preciosa cuando sonríes.

—¿Qué sabrás tú si estoy sonriendo?

—Lo sé. Igual que sé que esos vaqueros que llevas puestos te hacen un culo muy tentador.

—¿Qué? —pregunto esta vez mirando por todas partes. Llevo unos pantalones que sé que le encantan y esta noche no hemos dormido juntos así que es imposible que sepa qué llevo puesto a no ser que esté por aquí cerca.

—Hola preciosa —susurra detrás de mí.

Me doy la vuelta y veo que sigue con el teléfono en la mano. Sonrío encantada de verlo.

—Oye encanto, cuelgo que tengo delante de mí a mi preciosa novia y me muero por besarla —me dice por teléfono antes de colgar y besarme como solo él sabe hacer.

—Así que encanto ¿eh?

Chris me guiña un ojo y saluda a Marta. Ups, se me había olvidado que estaba con ella. Chris tiene ese efecto, cuando estás con él todo lo demás desaparece. 

Despedida de solteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora