# 4: "Déjame que esta vez sea yo el que te rete"

94 9 3
                                    


—Hola preciosa —me saluda Chris con un beso en la mejilla nada más verme. Yo sonrío—. El restaurante está cerca, ¿te apetece que vayamos dando un paseo?
—Claro. Vamos.


Chris me ofrece su brazo y yo sonrío de forma pícara. Él iguala mi sonrisa y me lee el pensamiento:


—Ya sabes que soy un galán.
—Lo eres —digo riéndome.

Cojo su brazo y paseamos por las agradables calles de Manhattan, igual que en la primera cita, hasta llegar al chino que me ha mencionado esta mañana.

—Hoy has estado muy bien con mis monstruitos.

—Sí, ¿verdad?

—Sí. No sabía que se te diera tan bien improvisar.

—Eso es porque no tengo ni idea de improvisar. He tenido que prepararme un guión y todo —me explica riéndose.

—¿Qué?

—¿Por qué crees que he tardado tres días en aparecer en tu clase?

—Pensé que te habías rendido la verdad.

—Eso jamás. Como he dicho esta mañana, voy a esforzarme por lo que más deseo conseguir.

—¿Y qué deseas conseguir exactamente Chris?

Él frena y se pone delante de mí con expresión seria ahora y sus ojos brillando.

—A ti.

Yo sonrío como una adolescente enamorada mientras asiento imperceptiblemente. Chris se muerde el labio inferior y se ríe nervioso mirando hacia un lado.

—Hacía tiempo que no me esforzaba por nada. Desde que fundé la empresa con John me he encerrado en una burbuja de trabajo donde solo me importa el éxito, pero poco a poco incluso dejé de esforzarme por él, simplemente hacía lo que quería cuando quería. No recordaba lo que era esforzarse por algo hasta que tú has aparecido en mi vida. Y no quiero que te sientas como si estuviera hablando de ti como un objeto, todo lo contrario. Con esto, lo que quiero decir es, que, no sé... nunca había conocido a una mujer tan increíble como tú, una mujer que me hace sentir cosas que nunca había sentido, una mujer que me ayuda a superarme a mí mismo, a que luche por lo que me importa. Sé que solo hemos tenido 3 citas, si contamos esta que acaba de empezar, pero puedo afirmar que me gustas mucho Julie y sé que me gustaría conocerte y que me conozcas.

Yo sonrío y asiento. Me encantaría.

—Yo, bueno, yo quiero saber si estás viendo a otras personas.
—No, claro que no —respondo rápidamente—. Tú también me gustas Chris.
—Entonces déjame que esta vez sea yo el que te rete.
—Rétame —susurro acercándome a él con una sonrisa y los ojos brillantes igualando los suyos.
—Te reto a que me conozcas a mí y solo a mí, en exclusividad.

Me muerdo el labio inferior pero no puedo evitar las sonrisa que empieza a crecer en mis labios.

— Reto aceptado.

Chris se acerca a mí con una pequeña sonrisa cogiendo mis mejillas, acariciándolas lentamente con los pulgares y el ambiente entre nosotros cambia radicalmente. Mi corazón empieza a latir con rapidez mientras se acerca a mí poco a poco. Muy poco a poco. Ya nos hemos besado antes pero siento como si me fuera a besar por primera vez. Chris me rodea con un brazo por la cintura abrazándome, cosa que agradezco porque siento que soy gelatina y que voy a caerme sino me sujeta, y después de un pequeño suspiro me besa con pasión, un beso lento y tierno que hace que mis piernas tiemblen de emoción; una emoción que hacía mucho que no sentía.

Se separa de mí y apoya su frente en la mía sin dejar de abrazarme. Cierro los ojos de nuevo y sonrío mientras disfruto de este momento tan perfecto.

—Venga entremos al restaurante —dice mirando hacia el lado.

Yo me río al ver que estamos en frente de un restaurante chino y cogidos de la mano entramos para tener nuestra tercera cita.

—Entonces.... ¿estamos saliendo? —pregunto curiosa.

—Sip. Señorita Julie, a partir de ahora eres mía, mi chica.

—Dejaré de serlo como vuelvas a llamarme así.

Chris me abraza por el hombro mientras se ríe a carcajadas.

—Lo tendré en cuenta.

.       .      .

Después de la cena caminamos cogidos de la mano de nuevo hacia mi apartamento. Me acompaña hasta la puerta de mi piso, igual que las otras veces, y antes de poder decir nada Chris me acaricia las mejillas y me besa dulcemente en los labios. Se separa de mí y me mira con sus ojos hipnotizantes y brillantes y en ese preciso momento decido que quiero que entre en mi apartamento sabiendo lo que eso significa.

—¿Quieres pasar? —murmuro.

—Me encantaría.

Sonrío y me doy la vuelta para abrir la puerta. Chris se pega a mi cuerpo y me abraza por la cintura desde atrás dejando un rastro de besos cortos y dulces por mi cuello. Cierro los ojos y tiemblo ante ese contacto. Él lo nota y sonríe pícaro en mi cuello antes de seguir con ese recorrido.

Abro la puerta como puedo, enciendo la luz dejando que entre y observe mi piso.

—Precioso —murmura—, muy acogedor.

—Gracias —sonrío—. ¿Te apetece algo?

—Sí —responde dando pasos hacia mí mientras yo los doy hacia atrás.

—¿Un poco de agua? ¿Un café?

—No —dice apretándose contra mí dejándome aprisionada entre él y la puerta de la entrada.

—¿Y qué... qué quieres? —tartamudeo nerviosa.

—A ti.

Chris me besa pero esta vez deja un lado la dulzura y pasa a la ferocidad y desesperación. Me muerde el labio inferior y seguidamente se introduce dentro de mí, moviendo su lengua al compás con la mía.

Se quita la chaqueta y la americana mientras yo dejo caer mi bolso y me quito mi chaqueta también. Chris me coge en brazos y me lleva hasta mi dormitorio sin dejar de besarme ni un solo segundo. Me tumba con cuidado y me desnuda lentamente besándome todas y cada una de las partes de mi cuerpo, esmerándose más en algunas zonas que en otras. Yo le ayudo con su camisa y esta vez soy yo la que besa su cuerpo, sus bíceps, su cuello, su pectoral, y cada uno de los cuadraditos que hay en su estómago. Trago saliva nerviosa pero Chris toma de nuevo el control y me besa con dulzura esta vez hasta unirnos y ser solo una persona.  

Despedida de solteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora