PSICOFONIA SENSUAL

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Su boca era como una fresa roja, dulce y fresca.

La luna iluminaba su vestido roto, la tela parecía una gasa de lo delgada que era, su silueta blanquizca y sugerente dilataba mis pupilas y algo más.

Tomé su frío cuerpo el peso era casi nulo, ella sonrió cuando la senté en el asiento del copiloto.

Mi camioneta a pesar de ser vieja nunca me dejaba tirado, la invité a llevarla a la estación de gas más cercana.
Ella me sonrió y asintió con la cabeza mientras le acomodaba el cinturón del carro.

-Va a ver como rápido llegamos a San Felipe. -dije acomodándome en mi asiento.

-Gracias por su ayuda. -respondió la joven.

-¿Y que hace tan tarde por aquí?, es muy peligroso cualquier malora pudo hacerle algo señorita.

-Por fortuna no, usted me salvo.

-¿Quiere un poco de café?, debe tener frío. -dije ofreciéndole mi termo.

-Muchas gracias no quiero causar mas molestias. -contestó mientras recibía el termo para luego darle un sorbo al café.

-Sin importunar ¿cuantos años tiene?.

-Soy muy mayor de lo que aparento. - rio ella.

-Pues se ve bien eh, lo digo con todo respeto.

-No se preocupe me gusta ese tipo de atención.

-¡Ah caray! Pues que bueno que no se ofendió. - reí nervioso.

Transcurrió la mayoría del camino en tranquilidad, ella parecía dormir y yo trataba de concentrarme en el camino.

Su cabello rojo hasta los hombros no cubría su blanco pecho que subía y bajaba al compás de su respiración: parecía querer escapar del escote.

Tomé un poco de licor de la botella que tenía en la guantera, debía concentrarme pero ella era tan fina, como una niña rica que huía de casa.

Tan suave, un tanto fría pero con el aire de muñeca que te invita a tocarla con suavidad.

Bajé mi mano para dejar la botella en el suelo y por error roce su pierna desnuda, la suavidad por poco me hacía cometer una locura por fortuna ella no sintió el toque de mis gruesos dedos.

Seguí conduciendo tratando de sacar ese tipo de pensamientos de mi cabeza, tenía miedo de encender el radio y despertarla así que acomode mi miembro en el pantalón me costó un poco ya que empezaba a ponerse duro, me dio un poco de vergüenza y agradecí que la chica siguiera durmiendo.

La carretera se ponía cada vez más solitaria y oscura, el camino se ponía difícil así que lo mejor que podía hacer era concentrarme de salir ilesos de aquella travesía.

Ella movió su cuerpo y abrió ligeramente sus piernas coloco su mano en medio de ella y comenzó a suspirar.

Seguramente eran las pastillas y el café lo que hacían que se comportará así, parecía tener un sueño agradable por que sonreía y se retorcía en el asiento.

Apreté el acelerador hasta el fondo tratando de ignorar sus ligeros gemidos, quería llegar a San Felipe lo mas pronto posible dejarla en la estación más cercana e irme a uno de esos hostales: luego masturbarme pensando en la chiquilla y dormirme para no saber más.

Solo quería llegar para deshacerme de la tentación que yacía a mi lado.

-¿Escuchaste eso?. -me preguntó con voz suave.

-No sé de lo que habla, yo venía concentrado en el camino señorita, descanse ya casi llegamos.

-No se preocupe ya casi bajo. - sonrió lamiendo su dedo índice.

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