CARICIAS DE FRESA

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Apretaba los labios para evitar mostrar que le estaba gustando, yo sin dejar de hacerlo estaba dispuesta a perder su amistad.

Desde los doce años la conocí su nombre es Ruth, con el tiempo fui acostumbrándome a su compañía poco a poco se convirtió en mi mejor amiga todavía recuerdo cuando la vi; su cabello, pestañas y cejas blancas acentuaban el color rosado de su piel, unas pequeñas y bien repartidas pecas se miraban en su cara, todos la miraron como quien ve algo aterrador, así cada compañero paso a su lado criticando su aspecto hasta que tocó mi turno.

-Pareces una fresa.-le dije plantándome enfrente de ella- y a mi me gustan las fresas. -sonreí.

Desde ese día me convertí en su compañía, en su fan número uno y en su defensora, sin darme cuenta parecíamos una pareja de lesbianas, signo que nuestra amistad era sumamente sólida.

La primera vez que la vi desnuda se quedó grabado en mi memoria el patrón de pecas a lo largo de su cuerpo como era de costumbre la invité a dormir a mi casa, cepillaba su largo cabello y me recosté detrás de ella, era la parte que más me gustaba pegarme a su cuerpo y dormir acompañada.

Ya era tarde no recuerdo la hora estiré mis brazos buscando su cuerpo pero en su lugar sentí la suavidad de la almohada, me quedé esperando escuchar sus pasos del baño a la cama pero los minutos pasaron y no se escuchaba nada, me levanté y me dirigí a la cocina todo en la casa se mantenía igual de oscuro y solitario, subí las escaleras de nuevo y al regresar al primer piso escuché una risa efímera que venía del cuarto principal.

Mi mano se posó en la manija y sin hacer ruido entreabrí la puerta, la oscuridad de la habitación no me impidió reconocer aquella figura, la luz de las lámparas de la calle entraban entre las cortinas dibujando la silueta de Ruth posada sobre el corpulento cuerpo de mi padre.

Me pasme al mirar la desnudez de ambos, ella se erguía segura de si misma sujetando su cabello en una coleta mientras las manos de él recorrían sus piernas, era la escena más escalofriante que pude mirar: eso pensé yo, lo peor vino cuando ella se recostó sobre él y le plantó un beso, los instantes me parecieron eternos mirando tal escena me sentía lastimada y enojada, quería entrar y arrancarle la cabeza a mi padre se había metido con lo que yo quería, con lo que era mío.

Mi cabeza se encontraba en una disyuntiva entrar y romperles la cara a ambos o seguir el morbo que me envolvía y mirar hasta donde llegaban, elegí lo segundo.

Permanecí inmóvil calmando mi respiración al tiempo que ellos se separaban para tomar aire, escuché los susurros de ambos mas no sé lo que se dijeron, siguieron tocándose y lo que siguió me puso peor, él no dejaba de besar su cuello y manosear sus pechos, se fundieron en un abrazo del cual solo emitían algunos quejidos.

Ella se recostó y la luz de la ventana me dejó mirar su desnudez en ese momento lo que más deseaba era ser él, ser yo quien tuviera la cara metida entre sus piernas provocando esos espasmos que la hacían retorcerse entre las sábanas.

Parecía que él no quería dejar de devorar su sexo y Ruth apretaba la cabeza de mi padre con sus muslos, en un momento ella se aferró al cabello de él y cerró los ojos entregándose a lo que estaba sintiendo en ese instante.

Por mí mente pasaron tantas preguntas mientras mis ojos no dejaban de ver aquella escena, mi mejor amiga abría su boca jadeante a la espera de la lengua de mi padre, él tan insistente se acomodaba entre sus piernas, la única sábana que aún los mantenía cubiertos se deslizó por sus cuerpos revelando la unión que ambos mantenían. Ahí estaba ella la única persona por la cual había cuestionado mi orientación sexual abierta de piernas siendo penetrada por el único hombre de mi vida.

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