Mira más allá de los pétalos

1.1K 186 47
                                    

Hacía dos semanas que el primer pétalo había salido de su boca. Dos semanas en las que el problema tan solo empeoraba. Se sentía enfermo, cansado y triste.

Cada vez salían más pétalos y con más frecuencia. Putos pétalos rojos como la sangre, rojos como esos ojos que lo traían en un sin vivir y rojos como sus propios ojos a los que últimamente acompañaban grandes ojeras. Todos habían notado el extraño cambio en el cenizo.

Ya no gritaba, ni se enfadaba por cualquier estupidez. Tampoco amenazaba a nadie ni se mostraba especialmente participativo en las actividades del curso de héroes. Últimamente atraía miradas curiosas y preocupadas de parte de sus amigos.

Bakugo estaba enfadado consigo mismo. ¿Quién cojones le había mandado enamorarse de alguien que jamás le correspondería? Era estúpido. Era estúpido él por sentirse así. Y, sin embargo, no podía evitar que el corazón se le sacudiera cuando veía a su amigo. No podía evitar que de repente le costara respirar y que los pétalos le provocaran estúpidas arcadas.

Había decidido que lo mejor sería no estar con él. Había decidido no volver a hablar con el estúpido pelirrojo que siempre le sonreía. Había decidido esperar hasta que esa estúpida enfermedad se le pasará o hasta que lo matara, lo que llegara antes.

Pero no podía evitarlo. No podía evitar mirar hacia atrás en clase para observar el hermoso rostro del chico del que se había enamorado. Y dolía. Dolía como el jodido infierno cuando, sin querer, cruzaban miradas y él la tenía que apartar. Dolía ver la mirada triste y decepcionada del chico que siempre le regalaba sonrisas dulces. Y dolía saber que era por su única y maldita culpa.

El pelirrojo también cambió. Pequeñas bolsas liláceas se colocaron debajo de esos enormes ojos preciosos que se cargaba. Ya no sonreía de forma grande como un par de semanas antes. Ahora solo eran pequeñas sonrisas algo forzadas y que apenas duraban segundos. Sus amigos estaban realmente preocupados pero no podían hacer nada. El pelirrojo dejó de preocuparse por su aspecto. Ya no se echaba tres botes de laca a las mañanas para mantener su habitual peinado. Su cabello volvió a caer hacia abajo como hacia en la peor época de su vida y él no hacía nada por cambiarlo. Las raíces pelinegras se dejaron ver entre esa mata de cabello rojo intenso y tampoco se preocupó en taparlas. Simplemente no quería esforzarse más.

Ambos chicos pasaban las noches llorando, con el corazón comprimido e incapacidad para respirar correctamente.

Bakugo cada vez tosía más pétalos. Más arcadas. Más salidas corriendo hacia el baño tapándose la boca. Ambos adelgazaron notablemente, no lo suficiente como para que fuera alarmante pero sí como para que sus compañeros lo notaran.

Bakugo fingía lo mejor que podía. Durante las clases escondía los estúpidos pétalos rojos en un pañuelo que se encargaba de vaciar en el baño siempre que podía.

Estúpidos pétalos, estúpida enfermedad, estúpido amor. Estúpido Kirishima. Pero, sobre todo, estúpido él por caer en las redes del pelirrojo.

Notaba la garganta permanentemente adolorida. Siempre estaba seca y rasposa. Tenía la voz completamente rota constantemente. Pero había dejado de hablar, así que a nadie lo notó. Su garganta escocía, y dolía, pero ese dolor era completamente tapado por el dolor de su corazón.

Sentía las raíces enredarse entre sus pulmones. Las sentía crecer y clavarse con fuerza en su pecho y más profundo aun, en su alma.

Dolía, Dios que dolía. Se pasaba las noches agarrándose el pecho, con ganas de arrancarse el corazón de cuajo, con arcadas, vomitando estúpidos pétalos y con la garganta palpitando. Con lágrimas en los ojos y corriendo por sus mejillas. Bajando por su mentón, corriendo por su cuello y perdiéndose entre los pliegues de su ropa.

Mira más allá de los pétalos [Kiribaku one-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora