Capítulo 27

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—¡Hija diviértete! —mi mamá nos despide desde la entrada.

—Si... —vocifero a lo lejos.

Tomamos el autobús que nos lleva al centro de la ciudad. Liam se convirtió en mi barrera protectora que bloquea mis síntomas ansiosos.

—Bien, ¿a dónde vamos? —Cuestiono inquieta. No me agradan tanto las sorpresas, prefiero saber todo con precisión.

—No te lo puedo decir, pero te aseguro que te encantara —asegura.

Finalmente llegamos al centro comercial más repleto de personas desesperadas por consumir. En mi cabeza se forman toda clase de pensamientos obsesivos respecto a todo el contacto visual que tendría que soportar.

— ¡Vamos, Mar! —Liam corta mis pensamientos y toma mi mano guiándome hacia adentro del edificio.

Pasamos por varias tiendas de ropa y accesorio, de frente vienen multitudes de personas desde aquellas personas que prefieren visitar solas un centro comercial hasta las que prefieren ir con su pareja, amigos o en familia. En ocasiones observo las tiendas y en otras prefiero mantener mi vista en el piso. Sin embargo Liam camina seguro y con una enorme sonrisa a diferencia de mí el disfruta estar rodeado de una multitud.

Al llegar al lugar sorpresa, realmente consiguehacerme sentir bien.

— ¿Por qué este lugar? —pregunto con una sonrisa sincera.

—Supuse que al gustarte tanto el frio, este lugar sería perfecto y además no hay muchas personas creo que es perfecto —señala toda la pista de hielo.

—Tienes razón... pero... hay un problema

— ¿Qué sucede? —me mira con una expresión de preocupación.

—Es solo que... no se patinar

—Yo te puedo enseñar, vamos —continua tomándome la mano con tanta facilidad que me estoy acostumbrando.

Cuando era pequeña, mi padre siempre me traía a la pista pero nunca lo intente ya que temía caerme así que solo prefería mirar a las personas que si tenian el valor de intentarlo. Ahora tenía la oportunidad de hacerlo.

Nos entregaron nuestros patines, no era tan complicado caminar con eso de hecho era divertido. En la pista había muchos niños que patinaban tan bien que me imagine que no sería tan complicado.

— ¡Lista!, entremos —Liam siempre es tan entusiasta que pude hacer pensar que cualquier situación va a salir bien.

— ¡Si... claro súper lista! —exclamo con una sonrisa nerviosa —, porque no vas primero yo te sigo —sugiero aun dudosa por lo que voy hacer.

Liam acepta y entra a la pista de una forma tan sencilla, lo admito patina muy bien. El frio del lugar es perfecto, observo a todas las personas que están patinando, se puede ver que la están pasando bien por sus enormes sonrisas. Los niños no paran de mostrarles a sus padres lo bien que lo hacen, y ellos desde las gradas; afuera de la pista les felicitan con una cálida sonrisa.

Al fin me decido entrar, con una mano me sujeto de la barra que limita la pista. Pero el hielo esta resbaloso que enseguida no logro mantener el equilibrio y casi caigo. Me aferro fuertemente a la barra para poder controlar el movimiento de los patines.

— ¿Estas bien, te ayudo? —Liam llega con tanta facilidad.

—No, estoy bien. Tu sigue patinando yo puedo —rechazo su ayuda.

—Okey, vuelvo en unos segundos.

Al conseguir una buena fricción entre los patines y el hielo consigo estar de pie sin resbalar, poco a poco intento dar unos pasos y logro avanzar por el filo de la pista sin soltar la barra. Liam continúa presumiéndome su patinaje veloz.

He patinado dos metros y siento que se vuelve más sencillo intento soltarme pero pierdo el equilibrio y me aferro nuevamente. No me quiero caer, no enfrente de Liam ni de toda la gente que nos está observando desde afuera de la pista; así que prefiero ir lentamente.

—Vamos, Mar no vas a estar todo el tiempo así. Debes salir al centro de la pista ahí es más divertido

— ¿Por qué no?, realmente me estoy divirtiendo si salgo seguro caeré. Así que no, no insistas. —suelo ser tan seria cuando quiero evitar algo y generalmente dejan de insistir.

—Okey. Mira toma mis manos en lugar de la barra —extiende sus manos para sacarme de ahí. Sin embargo me rehúso.

—No, estoy bien —insisto.

—Pero yo no. Mar quiero patinar contigo—, me quedo sin argumentos para responderle, y desvió mi mirada y observo que un pequeño niño se cae de espaldas y se levanta como si nada; seguro eso debió doler pero el niño continuo con una enorme sonrisa a él no le importo que algunas personas se preocuparon otras se rieron, el simplemente quiso divertirse y volver a intentarlo.

Es lo bueno de ser niño, puedes cometer errores pero jamás te importara lo que piensen los demás solo lo olvidas y continuas. Mientras más crecemos nos acomplejamos más por las críticas y olvidamos lo que nos hace bien a nosotros mismos. Eso hace que me decida en arriesgarme.


Tú, mi ansiedad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora