Cap 4 2/2

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La noche era cálida, la luz de luciérnaga iluminaba el paisaje. El olor a especias de las hojas y flores era relajante. La marea y los grillos entonaban juntos una sonata.

Desde la primera vez que él la había visto, supo que iba a darle problemas; solo que nunca se imaginó que le daría de todo tipo. Cada que la veía, que la besaba, que la tocaba... Se volvía aún más adictiva, era cada vez más difícil frenarla, era como un ángel que llego a derretir ese corazón frio e indiferente, como si hubiera desgarrado esa coraza. Cada que estaba con ella simplemente no podía evitar perderse entre los rincones de su cuerpo, lo volvía loco en cualquier estado. Al verlos siempre se notaba esa chispa de amor que se tenían el uno por el otro, eran adorables.

Pero cuando llegaba la hora en la que Inuyasha se convertía en una bestia y Aome en una domadora, había fuego, solo brotaba fuego.

El aire era pesado y tentativo. Ambos en una posición algo comprometedora, los ojos de él brillando en la oscuridad, la silueta de ella como un ángel recién caído del cielo, eran en definitiva el uno para el otro. Un amor entrecruzado, con peleas, ternura, compañerismo, confianza, pero sobre todo mucha pasión. Con ella era sexual y también sentimental, diferente, extraordinario; era algo invisible, intocable, inoloro, insípido e incoloro. Pero si era sensitivo. La palabra correcta: amor.

Aventurándose otra vez por ese delineado cuerpo, Inuyasha posó una de sus masculinas y gruesas manos en su cintura y la otra en su muslo. Esa tez tersa y suave que tanto le embelesaba, el tacto piel contra piel era fabuloso.

Nuevamente le dejaría tenerla, marcarla como suya, era extraño, no era monótono, sería la cuarta vez que lo hacían y aún así no aburría. Aunque los 2 eran jóvenes inexpertos, se entregaban y eso lo hacía especial.

Sus labios se juntaron, sus cálidos alientos chocaron en un beso efusivo.
Se necesitaban entre sí, con un solo beso no era suficiente. El vientre de ella se apegaba a la masculinidad de Inuyasha; en un arrebato de pasión él mordió y estiró el labio inferior de Aome. Sus pupilas dilatadas denotaban la excitación.
Las manos de ella subieron al cabello de Inuyasha despeinándolo y profundizando más el beso, sus respiraciones eran irregulares, las grandes manos de él ascendieron a esos redondos pechos que tanto amaba por encima del traje de baño.

Aome interrumpió el apasionado beso para tomar un poco de aire, pero Inuyasha no desaprovechó esa oportunidad y fue directo al cuello de ella arrancándole suspiros de placer.
Las manos de la miko bajaban por los anchos hombros del hanyou y apretaban en la espalda enterrando sus uñas por las sensaciones que este le hacía tener.

El atrevido de Inuyasha en un movimiento sensual pero masculino, recorrió la piel tersa de su espalda baja. Subiendo lentamente por la curva de su zona lumbar hasta la tela que le impedía seguir el recorrido de piel. Desabrochó el nudo que tenía el sostén dejando a la pequeña miko con solo el V-string.

El rubor de Aome se extendió hasta sus pechos, a pesar de que era noche Inuyasha lo pudo divisar. Eso le excito, curiosamente, la miko, al ver que su yokai no alejaba la vista del área roja, quiso cubrirse con ambos brazos, girando levemente su cabeza, mirando fijamente una piedra de por ahí.

— No, —separó son sus dos masculinas manos cada una de las de ella por separado con dominación,— déjame verte como Dios te trajo al mundo, —susurró en su oído con una insinuación sexual notoria.— ¿Te he dicho antes que me vuelves loco?

— No —respondió casi con un suspiro porque Inuyasha hacía un camino con su nariz por su cuello.

— Pues me vuelves más que loco. —confirmó llegando a su mentón.
Con una sola de sus manos encerró las muñecas de ella arriba de su cabeza, obligándola a levantarse y apegarse al grueso tronco de una palmera cercana. Con su mano libre tomó con suavidad la delicada rodilla de la joven chica y la levantó, enrollando su pierna alrededor de sus caderas.— ¿Sabes que es lo mejor?

Inuyasha x Aome [lemon] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora