Capítulo 36; El funeral.

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Muerte. 

¿Qué es la muerte?

Según el diccionario, es el fin de la vida, la destrucción o desaparición de algo. 

Un fin, un punto y aparte, el final de un cuerpo vivo que ya no lo está más, la partida del alma y su separación del cuerpo, dejar de existir, cuando no tienes pulso y tus signos vitales se vuelven nulas, pfft, muerte, fin, y nada. Nada.

Sasuke puede decir que se ha sentido muerto muchas veces, momentos en los que ha dejado de respirar y su corazón se ha detenido. Cuando vio a Naruto en peligro, cuando vio morir a su tío Izuna frente a su puerta, cuando escuchó el llanto de su madre, cuando casi muere por culpa de los Akatuki, cuando perdió a su mejor amigo, cuando le rompieron el corazón, cuando se divorció de su gran y único amor, cuando su padre murió, cuando conoció a Sora, y cuando lo perdió también. Podría decirse que, en realidad, parecía estar técnicamente más muerto que vivo en muchas ocasiones a lo largo de su vida

Se quedó quieto, en silencio, mientras miraba a las personas que estaban en el lugar. 

—Parece que va a llover —comentó un hombre encapuchado, a su lado. El abogado se permitió asentir antes de levantar la mirada hacia los hombres que traían el ferétro, donde yacía la persona a la que iba a investigar su hermano mayor la semana pasada, cuando desapareció misteriosamente y había sido encontrada muerta un día antes cerca de un granero.

—No me sorprendería que lo hiciera —respondió, metiendo sus manos en los bolsillos del pantalón negro que llevaba puesto—. Últimamente los días están más grises que de costumbre.  

El de ojos claros lo miró de reojo y mientras posaba su vista de vuelta en el lugar, asintió. El ferétro fue dejado frente a ambos, y el de ojos claros no tardó en buscar con su mano la del azabache. Este se quedó congelado unos segundos antes de aceptar su mano y apretarla para darle fuerza al menor.

—¿Sabes si sus hijos están protegidos? —preguntó el más bajo, sin apartar su vista del frente. Sasuke solo se quedó viendo como bajaban el ferétro donde estaba aquella persona que tanto habían querido en el hueco, donde yacería por el resto de su existencia.

—Supongo que lo están —dijo, asiendo su mano a la del menor—, de otra forma, lo sabremos cuando den el segundo ataque. 

El encapuchado giró con rapidez su rostro hacia él, y éste con su mano sobrante, acomodó la capucha contraria antes de que el resto pudiera ver su cabello sin decir nada más. No podían permitirse algo como aquello, si lo reconocían, estaban fritos.

—¿Esperas que den un segundo ataque? —Él otro asintió e hizo que apretara los labios, molesto y algo confundido, sin dejar de hablar bajo—. Él ya está muerto. ¿Qué más querrían de ellos?

—Cariño, era un Senju, uno de los pocos que han sobrevivido. Van a cazarlos porque son sus hijos y podrían heredar las compañías... y —se quedó callado al ver a Deidara entrar en el lugar junto a su esposo, soltó la mano del menor y se acomodó con nervios la corbata—. Yo también tengo miedo por ellos, pero le prometí a Naruto que no voy a involucrarme en esto. Me necesitan. 

—Ellos también te necesitan y ni siquiera sabes donde están —masculló molesto. No tenía celos del esposo del azabache, pero por alguna razón, su ira se disparó cuando soltó su mano de aquella forma. 

Sasuke se tensó y lo miró de vuelta.

—¿Puedes callarte? —susurró, más porque su comentario logró herirlo que por otra cosa—. Esto es un funeral, compórtate como si al menos lo sintieras.

El esposo de un abogado |Sasunaru|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora