Manual de lo prohibido °Capítulo 3°

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-Vamos, ______, sé que conociste a alguien, tus ojos me lo dicen-insistió, con la sonrisa aún más amplia y los ojos chispeantes de curiosidad.

-Pues, amm… sí y no-farfullé.

-¿Sí y no? ¿Cómo es eso?

-Bueno, conocí a alguien que a decir verdad, me deslumbró; pero…

-¿Pero qué?

-Pero, no puedo decir que sea ese “alguien especial”-hice las comillas con mis dedos.

-¿Por qué no?

-No creo en el amor a primera vista, lo sabes-sacudí la mano, como restándole importancia al asunto.

-Sí; ¿pero sabes? Con Cole fue amor a primera vista-sonrió, como si de pronto se hubiera perdido en el recuerdo-. ¿Tú dónde conociste al chico?-preguntó de repente.

-Emm… en…-vacilé, mientras buscaba algún lugar ideal-en el avión.

-¿Se sentó junto a ti?-la curiosidad de Lili parecía nunca terminar.

-Mmm…-recordé entonces cuando Cole se sentó a mi lado en el piso del pasillo, reí-algo así.

-¿Quieres contarme?

-No en realidad, no tiene demasiada importancia, Lili. Era sólo un chico atractivo, cuántos más no hay aquí.
Y era cierto, porque para empezar, Cole sólo era una cara bonita entre muchos otros rostros en toda Venecia y además, no podía inventarme una historia acerca de otro chico sólo por no tener el valor de decirle a Lili que su novio me parecía lo más atractivo desde que había llegado a Venecia.

Pero eso en mí no era normal.

-Estoy realmente cansada, Lili. Dime ¿dónde está mi cama?

-Habitación-corrigió ella y luego sonrió-. Justo allá-señaló hacía la derecha, apuntando una puerta de madera, blanca.

-Gracias. Mañana será un día fenomenal, mañana que no esté tan cansada.

-Que duermas bien, ______. ¡Wow! No puedo creer que estés aquí-lo último pareció que se lo dijo a ella misma-. ¡Te quiero!

-Y yo a ti. Buenas noches.

Arrastré las maletas hasta el pequeño cuarto que sería mi habitación y luego me interné en el. Era de tamaño medio, ni tan grande ni tan pequeño. Ideal para mí. La cama estaba al otro extremo de la puerta, contra esquina; cerca de la ventana, y había un pequeño escritorio a lado derecho y un armario enfrente de la cama y del escritorio pequeño. Saqué de la maleta más pequeña el estuche donde traía mi cámara, y tomé una foto de la habitación. Aventé luego las maletas en alguna parte de la habitación y puse con cuidado la cámara en su estuche y lo coloqué sobre el escritorio, estaba demasiado cansada como para ponerme a acomodar la ropa justo ahora.

Me acosté sobre la cama y coloqué las manos bajo la cabeza, entonces me puse a pensar en todo lo ocurrido durante el día, y el rostro que había traído a mi memoria, era tan bello como el de un ángel, pero, un rostro que no me pertenecía. Pero, ¿porqué había pensado en él? En la idea de que Lili y Cole no se conocían lo suficiente como para decirse ‘Te amo’; me reí por lo bajo al descubrir que lo que yo tenía ahora era envidia, desde Noah sólo idiotas habían figurado en la lista de mi corazón, y ahora Lili había encontrado a alguien que no lo parecía, y yo le tenía envidia. Volví a reír. Qué patético. Pero lo cierto era que detrás de aquella risa burlona había una palpable preocupación, el corazón de Lili no podía volver a romperse por segunda vez en una forma tan desastrosa como la primera. Allí figuraba mi miedo.

O eso creía yo

El sueño abrumador me despertó, una pesadilla que me perló la mayor parte de la cara de un sudor frío y que me obligó a abrir los ojos casi tan precipitadamente como me paré. El horrible accidente que mis padres habían tenido se había proyectado esa noche en mis sueños. Miré el reloj, aun con los nervios de punta. Eran las siete con cuarenta y dos minutos.

Manual de lo prohibido (Cole Sprouse) ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora