Manual de lo prohibido °Capítulo 18°

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Luego de fantasear en mi cabeza por un rato que para mí fue pequeño, sentí que estacionó el auto y miré a través de la ventanilla. No veía nada fuera de lo normal. Calles y canales y gente transitando por ellos.

No supe cuándo se bajó pero de pronto su figura ya estaba fuera del auto, de lado de mi puerta para abrirla y ayudarme a bajar.

-Gracias-le sonreí, pero aun no sabía dónde estaba ni a dónde me llevaría.

Oí cuando cerró la puerta, entre tanto que yo buscaba y rebuscaba algún lugar especial al que pudo hacer referencia Cole. Pero no había nada.

-Ven-me tomó de la mano y me hizo estremecer.

Me guió por todo el largo de la calle, hasta que al doblar la esquina, pude percatarme del ruido y las luces de la feria que se establecía a lado del puerto. Abrí la boca de asombro, jamás había estado en una feria y mucho menos en una europea.

-¿Te gusta?-me preguntó, mirándome atentamente, con esa bonita sonrisa en sus labios.

-Estoy emocionada-admití, observando todos y cada uno de los detalles de la feria mientras nos acercábamos a ella.

-Lili me mencionó que cuando eran pequeñas jugaban a la feria en su cuarto. Ella ya ha venido aquí, pero sé que tú no. Así que, espero que disfrutes esto.

¡Lili! La mano se me congeló y me obligué a soltar la de Cole. No debía de olvidarme de Lili.

- Que lindo eres, Cole - le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucecitas de colores de los puestos y carpas de la feria.

Me sonrió, desarmándome por completo y casi haciendo estallar a mi corazón.

Nos introdujimos a la feria en donde un montón de niños jalaban de las manos a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar subir a los juegos.

-Y... ¿qué quieres hacer primero?-me preguntó, con las manos en los bolsillos de su pantalón.

-Amm... ¿Hay aquí carritos chocones?

El rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos. Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.

Cuando bajamos, mis cabellos estaban más despeinados de lo normal, mientras que los de Cole seguían intactos y perfectamente acomodados en su cabeza, pero traerlo corto para él era una ventaja.

-Eso fue divertido-dijo-. Ahora, ¿a dónde quieres ir?

-Te toca decidir a ti-le pegué cariñosamente en el hombro y reí.

El rió junto conmigo y luego miró alrededor y al final detuvo su mirada en un punto por arriba de mi cabeza.

-¡Subamos allí!-señaló.

Me giré para ver cuál era la atracción que él decía y mi vista se elevó tan alto que instantáneamente se me produjo una inquietud desagradable en el estómago al contemplar la altura del juego.

-No-fue lo primero que salió de mi boca. Una negación rotunda ante la propuesta de Cole.

-Ay, vamos. No es tan malo-su intentó por animarme resultó todo lo contrario.

-¿Tan?-dije, repitiendo la palabra con sarcasmo- No, no, no, ni loca me subo a eso-me di la vuelta, para intentar escapar.

Pero él me detuvo tomándome por ambos brazos, de frente.

-Pues llámame loco porque yo sí me subiré. Es sólo una montaña rusa, _____.

-Una montaña rusa del tamaño del Everest-traté de desasirme de sus manos.

Manual de lo prohibido (Cole Sprouse) ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora