◐Veintitrés

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Los desesperantes toques en la puerta hace que arrastre sus pies con molestia por el suelo hasta llegar a la puerta principal.

Ha llorado por la noche hasta quedarse dormido. Ahora luce realmente mal y cansado, no está para nadie.

En cuanto abre la puerta su corazón se paraliza.

—Hola mi amor, ¿me extrañaste? —saluda animado el Alfa.

—Jo-johann... —apenas pronuncia por el shock.

—Te ves tan mal —recalca como si Erick no lo supiera —se nota que has sufrido sin mi.

¡Oh, si!

Posiblemente ha sido el peor mes de su vida. Sin ordenes, sin mentiras, sin miedos, sin el estúpido Alfa.

Pero sigue negándose a aceptar lo que es bueno para él.

—Me emociona tu recibimiento —habla sacandolo de sus pensamientos —que saltes sobre mi y lamas todo mi rostro con cariño, me demuestra que me extrañaste demasiado —suelta con notable sarcasmo.

Empuja suavemente al ojiverde abriendose espacio para entrar a su cabaña.

—¿No vas a decir nada? —lo interroga acomodandose en una silla.

—T-te extrañe —dice forzadamente.

El Alfa rueda los ojos —Pase lo que pase tu estúpida cara no va a disminuir mi felicidad.

—¿Pasó algo? —pregunta omitiendo su ofensa, porque Johann suele ser así.

—Mi padrino, el gran líder de la manada, ha decidido al fin retirarse y dejarme el liderazgo a mí, ya que no tiene hijos.

—Es lo que siempre has querido. Me alegra tanto —dice sincero.

—La única condición es que tenga a mi Omega.

—¿Tu Omega? —el miedo es notorio en su voz y Johann lo relaciona a la patética inseguridad de Erick por perderlo.

—Tú obviamente —habla fingiendo una sonrisa —¿acaso lo dudas? —Erick se queda callado sin saber que decir —Le dije a mi padrino que ya encontré a mi Omega y que voy a marcarlo en su próximo celo. Él accedió a darme el liderazgo de la manada en cuanto te marque.

—¿Estás seguro? —empieza a hablar Erick sintiendo como un inmenso miedo lo invade. El miedo de pertenecerle a alguien que no sea Joel.

—¿Acaso tú lo estás dudando? —suelta el Alfa empezando a enojarse, se levanta de la silla y camina hacia donde está Erick, posicionandose frente a él.

—Me refiero a que... necesito saber que me amas —suena inseguro por lo nervioso que está.

Johann ríe un poco, asustado al Omega y sujeta su barbilla sin cuidado con una mano.

—No sé que tontería hayas hecho en mi ausencia —su voz ronca congela a Erick y lo hace temblar un poco —pero nada va a cambiar lo que siempre ha sido. Eres mio, Erick, y nada lo va a cambiar. Ningún estúpido lazo ni mucho menos tu cobarde Alfa. Voy a marcarte en cuanto entres en tu celo y prepárate porque falta poco.

Johann suelta su rostro y camina hacia la puerta.

—¿Ni siquiera tu verdadero Omega? —se atreve a preguntar Erick con un dejo de valentía que se esfuma en el instante que ve como apreta sus puños con fuerza.

—Tengo cosas que hacer, no me esperes —logra decir en medio de su ira. Erick ya está colmando su límite pero no puede rendirse aquí.

Cuando el Alfa abandona la cabaña Erick ya está llorando. Pueden hacer una gran lista con todos los sinónimos de lo imbécil que está siendo.

Pero... ¿alguien podría comprenderlo? Esa es la única forma a la que se acostumbro a amar, ese es el único Alfa al cual se ha acostumbrado.

Y quizá el amor no tenga que ver con la costumbre pero no se cree capaz de poderlo cambiar ahora que lo ha perdido todo.


—¿Hasta cuando piensas estar enojado?

Yoandri no responde porque ha decidido aplicarle la ley del hielo.

—Vamos bebé, me equivoqué por milesima vez. Debí creerte porque eres el único que me quiere y el único que no me ha mentido.

Yoandri pasa por su lado aún ignorandolo. Ni siquiera lo mira.

—Bebé... –lo llama el rizado —aprendí mi lección. La luna es injusta y se equivoca con los lazos que crea.

—No digas eso —habla finalmente Yoandri rompiendo su promesa.

—Conseguí que hablaras.

—Callate, estúpido.

Joel abre la boca ofendido —Acepto que me merezco eso, pero viniendo de ti, que jamás me has insultado, me duele mucho.

—A Yoandri no le importa porque Joel es un tonto.

—¿Por qué me dices Joel? Sueles llamarme Alfa.

—Tú no ser mi Alfa —dice Yoandri encogiendose de hombros.

Y aunque no quiera eso le duele a Joel.

—Mi propuesta sobre crear un lazo... tú y yo, sigue en pie —murmura con timidez.

—Yoandri no va a romper las reglas.

—Mi Omega no me quiere y tú no tienes un Alfa ¿que más da?

—Joel no deberia venir estos días, Yoandri puede solo con el huerto y Joel necesita pensar bien en que debe hacer porque nuestro tiempo se está acabando —dice para finalizar la conversación. Camina hacia su cabaña, entra y cierra la puerta en la cara de Joel.

Ahora el Alfa se siente menospreciado.

Con la cabeza gacha camina resignado con un punzante dolor en el pecho. Su lobo está enojado y parece ido, apenas puede sentir su presencia y él por supuesto no está nada mejor.

Cuando llega a su cabaña, abre la puerta y se sorprende al ver a su padre adentro.

—¡Papá! —el hecho de que su papá vuelva a estar cerca lo calma un poco.

—Te extrañe mucho, hijo, ¿como has estado?

—Bien —contesta cortamente —¿y tú?

—Muy preocupado.

—¿Pasó algo malo? —pregunta teniendo un mal presentimiento.

Su papá asiente —Creo que debes saber esto cuanto antes.

—No me asustes papá.

—Sabes que el líder de la manada tiene dos hombres de confianza, ¿verdad?

—Lo sé, uno eres tú y el otro es su ahijado.

—Él va a retirarse pronto y piensa cederle el liderazgo a su ahijado.

—Me parece lo más lógico porque es su única familia.

—Yo había visto a su ahijado un par de veces cuando era niño. Ahora ya es un adulto y lo volví a ver en este viaje.

—Aún no entiendo que te preocupa.

—Joel, el ahijado del líder, el futuro líder de la manada, es el hijo del hombre que mató a tu madre.

Lazos Rotos ◑Joerick◐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora