Lazos Rotos ◑Joerick◐

◐Final

Ni el canto de los pajaritos ni el viento soplando logran calmar su acelerado corazon.

Recorre el mismo camino de aquella noche, aunque esta vez el miedo rebalsa sus límites.

Erick camina a paso rápido por el bosque hasta llegar a la orilla del río, esa que da a la gran montaña.

Trata de pisar las rocas que sobresalen del agua, como lo hizo la primera vez, pero se le complica.

Tal vez es por los nervios que siente o por el peso extra que carga con él.

Cae al agua junto con el cuerpo del rizado, pero no lo suelta, lo abraza fuerte y lo jala con él para salir del agua.

—Lo siento, Joey... —susurra y lo lleva hasta la otra orilla.

Su pecho sube y baja precipitadamente por el cansancio.

Acaricia el rostro de Joel que parece quejarse un poco, sin embargo mantiene los ojos cerrados.

Deja un beso en su frente y vuelve a pararse para cargar a Joel de nuevo y comenzar a subir la montaña.

Sus pies le tiemblan.

Es en parte por el frío que siente, en parte por el miedo que lo invade, en parte porque su cuerpo está débil.

Han sido muchas cosas en pocas horas.

—Vas a estar bien, mi amor —murmura deseando que el Alfa este escuchando.

Su brazos cuelgan de los hombros del Omega y sus pies se aferran a su abdomen. Su rostro queda apoyado cerca del cuello del menor.

Puede sentir su aroma y lo tranquiliza.

—Quiero decirte muchas cosas, Joel —suelta con la voz rota —por eso debes resistir. Tenemos que hablar y planear las cosas que haremos en el futuro. Cómo, cuantos cachorros vamos a tener y dónde va a ser nuestra cabaña... —solloza un poco —Quedate conmigo, mi amor.

—Bebé... —el murmullo sale de los labios del Alfa, casi inaudible —quiero que esto sea un sueño.

Muerde su labio inferior para no llorar.

Joel no se refiere precisamente a él.

Sus pies y su cuerpo entero le duelen pero eso es lo que menos le importa. Continua caminando hasta que el sol empieza a ocultarse.

El día amenaza con acabar rápido como si estuviera en su contra.

La montaña parece incluso más alta de lo que recuerda.

Cuando la primera estrella aparece en el cielo y la luz de la luna comienza a brillar levemente, Erick pisa la cumbre de aquella montaña prohibida.

Recuesta a Joel con delicadeza sobre la tierra y él se arrodilla a su lado.

Suelta un suspiro cansado.

Observa el rostro del Alfa que mueve un poco sus labios y apreta sus ojos. No ha parado de toser en todo el camino.

Y empieza a llorar.

—Por favor... —comienza a rogar mirando al cielo —por favor danos una segunda oportunidad. Ya aprendí la lección, por favor... Te prometo que jamás volveré a cometer el mismo error —baja la mirada avergonzado —Joel es lo que más amo. Es amable y te respeta, también me ama. Todo esto fue mi culpa, yo lo obligué, pero estoy arrepentido. Así que por favor devuelvenos nuestro lazo —limpia sus lágrimas que ya no le dejan ver bien —Sé que puedes remendar lo roto.

Levanta la mirada después de unos segundos de silencio completo.

La luna se ve opaca como si se negara a alumbrarlo, como si lo estuviera ignorando.