◐Diecinueve

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—Joey... —jadea el ojiverde por la forma en que Joel succiona su cuello, dejando marcas ahí.

El rizado acaricia su cintura debajo de su ropa. Apreta sólo un poco.

Mientras Erick que está sentando en su regazo se frota contra el Alfa.

Ambos ya pueden sentir la erección del otro.

Luego de un rato el Omega busca desesperadamente la boca de Joel.

El beso es intenso.

Ambos lo están sintiendo.

A sus lobos tranquilos.

A la luna brillando.

Ya llevan varios días de esa forma, besándose y acariciandose. Pero este momento es diferente, porque hay una necesidad.

Erick ladea su cabeza hacia un costado dejando totalmente descubierto su delgado cuello.

Y Joel siente la inmensa tentación de clavar sus colmillos ahí.

La mirada del Omega dice lo que no se atrevería a pronunciar.

"Marcame"

Joel acerca su rostro y olfatea a Erick. Su aroma le resulta familiar.

"Mi Omega"

Eso piensa el Alfa y siente una punzada en su pecho.

La culpa de estar con alguien que no es su verdadero Omega.

Se separa como puede del cuerpo de Erick y se levanta del césped.

—Ya no deberíamos actuar de esta forma —murmura con dolor.

—¿Pasa algo? —pregunta Erick, parandose también.

—Pasa que les estamos fallando —habla más fuerte —a la manada, a tu Alfa y a mi... Omega.

Erick se hiela. Él es su Omega.

No le están fallando a nadie.

Debería decirlo, pero aún lo invade el miedo.

Además piensa que Joel deberia sentirlo.

¿Acaso no siente bonito cuando lo besa o cuando lo mira? Porque Erick si lo hace.

Joel se ha vuelto su mundo.

—No me quieres... —pronuncia con la voz rota.

—Er... sólo digo que está mal.

—¡No! —el ojiverde eleva la voz —Tú no me quieres, es eso.

—¡¿De qué sirve quererte si cuando llegue el momento te vas a ir con tu verdadero Alfa?!

El ojiverde no sabe que más decir, porque tal vez Joel tenga razón. Cuando Johann vuelva, él...

—Estoy diciendo que es mejor no enamorarnos, asi será más fácil olvidarnos —interrumpe sus pensamientos el rizado.

El Alfa baja la mirada, se transforma a su forma animal y corre lejos del acantilado.

El Omega ya no aguanta la presión en su pecho ni el nudo en su garganta y comienza a llorar, dejandose caer al piso.

¿Qué debería hacer?

La luna sigue alumbrando porque aunque ella no quiera hacerlo, no puede dejar de existir.

Al contrario de los lobos, que si pueden morir.

Lazos Rotos ◑Joerick◐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora