Capítulo 8°

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Ylenia ~ 12 de enero de 2019. 8:00 a.m.

Me desperté temprano ese sábado, pues era un sábado especial, un año junto al chico que más he amado en los pocos años que llevo de mi vida.

8:30 a.m.

—Adexe.—Le mande un mensaje al WhatsApp

—Dime.

—¿Esta Mónica contigo?

—Sí.

—¿Pueden venir?

—Claro. En 20 estamos ahí.

—Aquí los espero.

8:50 a.m.

El timbre sonó y me dirigí corriendo hacia la puerta.

—Hola, bonitos —les di un beso en la mejilla a cada uno —pasen.

8:56 a.m.

—¿Me ayudarán a ver que ponerme?

—Claro.

Estuvimos probando varias prendas hasta que nos decidimos por una, un vestido color vino que me llegaba hasta las rodillas, unos tacones no tan altos del mismo color, un collar que Nau me había regalado cuando cumplimos seis meses, me haría una coleta alta y un maquillaje que combinará con mi ropa.

—Eres muy hermosa, cuñada.

—Gracias, Ade.

—Tiene razón, yo sí me ando haciendo bisexual por ti.

Reí ante aquel comentario.

10:00 a.m.

—Bueno, debemos irnos, tenemos que ayudar a Amanda con algo.

—¿Con qué?

—Se le declarará a su enamorada.

—Oh, que bonito, ojalá y terminen juntas.

—Sí, se verían demasiado bonitas.

Amanda ~ 12 de enero de 2019. 3:00 p.m.

Me senté en una banca que estaba cerca para esperarla. Pasaron cinco minutos hasta que llegó.

3:05 p.m.

Se acercó a mí, yo estaba demasiado nerviosa, me miró confundida, no esperaba que fuera yo.

—¿Amanda?

—Hola, Camila.

—¿Tú fuiste quién me citó?

—Así es —dije tartamudeando.

—¿Para qué?

—Lo que pasa es que quiero decirte algo importante.

—Adelante.

—Es que ¿cómo te lo digo?

—Solo sueltalo.

—Me gustas, Camila, sé que tú eres heterosexual, pero me encantaría que me dieras una oportunidad. Camila Huerta ¿quieres ser mi novia?

Nauzet ~ 12 de enero de 2019. 5:30 p.m.

—Estás tan nervioso que ni la corbata te puedes hacer —dijo Adexe ayudándome a hacer la corbata.

—Es que estoy muy emocionado, un año a su lado, las relaciones de ahora ya no duran ni seis meses.

—En eso tienes razón. ¿Por qué te estás arreglando tan temprano?

—Porque sí.

—Bien. Oye, ten —me dio un preservativo.

—¿Pero, qué?

—Shhh, ya lo verás.

6:00 p.m.

Adexe salió de casa y me dejó solo en ella, ya que mis padres habían salido a no sé dónde.

Comencé a escribir la carta para Ylenia.

"Para el amor de mi vida:
Querida amor de mi vida, hoy estamos cumpliendo un año, aún recuerdo lo nervioso que estaba por pedirte que fueras mi novia.
Quiero decirte que te amo, que eres lo mejor que pudo llegar a mi vida.
Sin ti, sería un completo desastre, pero llegaste tú ¿qué haría yo sin ti? Sin tus besos, tus mimos, tus caricias, tus abrazos, toda tú.
Quiero hacerte una promesa ¿vale? Prometo amarte todo lo que resta de mi vida, y si es que hay otra vida después de esta prometo amarte igual, prometo cuidarte de todo tipo de peligro, y si es necesario dar mi vida, la daré.
Te amo, Ylenia, por favor, nunca lo olvides.
              Con cariño; Nauzet.♡

Ylenia ~ 12 de enero de 2019. 6:30 p.m.

—¿Segura que estas lista para esto, Ylenia?

—Estoy más que lista.

Asintió.

—De tan solo imaginarlo me da un cosquilleo.

—Es la emoción.

—Sabes que es la primera vez que lo hago.

—Lo sé, y él también, tengan cuidado ¿sí?

—Lo tendremos.

—Ya imagino a mis sobrinitos corriendo por mi casa.

—Eres único, Ade.

—Tú también, Ylenita. Ahora debo irme, iré a ver a Mónica.

—De acuerdo, muchas gracias por todo, cuñadita.

—No hay de que, suerte. —me abrazó.

—Gracias.

7:00 p.m.

El timbre sonó de nuevo. Yo ya estaba cambiada y arreglada, mi cuarto ya estaba listo, estaba tan emocionada. Corrí a abrir la puerta, y lo vi ahí, tan guapo con su traje y con un ramo de rosas rojas las cuales contenían una carta dentro.

—Hola, mi amor —me besó.

—Hola, cariño—tome el ramo de rosas—pasa.

Pasó y fui a dejar las rosas y la carta a mi cuarto.

—Ahora sí, ya vámonos.

—De acuerdo.

Me tomó de la mano y fuimos hacia afuera de la casa. Salimos y vi un auto estacionado.

—¿Ya te dije que estas hermosa?

—Y tú muy guapo.

Río y me besó el cuello.

—¿Y el auto?

—No te preocupes, pequeña, mi padre me lo prestó.

—¿Sabes conducir?

—Me ofende que no lo sepas. Anda sube.

Subimos al auto. Aparcamos en el estacionamiento de un restaurante demasiado bonito, con un tema muy romántico.

—Es aquí.

—Es muy hermoso.

—No más que tú.

—Te amo.

—Y yo a ti.

𝘜𝘯 𝘢́𝘯𝘨𝘦𝘭 𝘭𝘭𝘰𝘳𝘢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora