Capítulo 2: Clases particulares.

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Se levantó como una mañana cualquiera y, al bajar, como siempre, se encontraban su marido y su hijo y  se sentó a desayunar con ellos.
-Papá, ¿Cómo van las cosas en la empresa?
-Bien, mejor de lo esperado, pero no damos abasto con tanto papeleo.
-Esta tarde, después de clases, si quieres te puedo ayudar.
-Hijo, no es necesario, tu padre sabe arreglárselas bien solo.- Fudo captó en seguida el doble sentido de aquellas palabras.
-Cierto, tu deberías ocuparte de otras cosas.
-Si os referís al colegio, todo está en orden.
-No, no nos referimos a eso. Si no a una persona.- dijo Kido.
Ootomi alzó una ceja confundido.
-Sabemos que has tenido otro encontronazo con Zero.
-No le hice nada, lo juro.- aún que Ootomi no le temía a nadie ni a nada sabía lo importante que era para sus padres no meterse en ninguna pelea.
-Lo sabemos, y no te íbamos a regañar.- Fudo hizo una pausa para dar un sorbo a su vaso de zumo.- La semana pasada nos llamó Suzuno diciendo que estaban preocupados por su hijo. Cómo sabes no tiene buenas calificaciones y un comportamiento muy poco refinado.
-Ajam...¿Y q tengo que ver yo en todo esto?
-Hemos creído conveniente que seas su profesor de clases particulares.-dijo Kido con una sonrisa.
-NI HABLAR!!!

Después de clases...

-Llegas tarde.- dijo Ootomi malhumorado al ver entrar a Zero en el aula donde tendría sus clases.
-Me la come.- dijo el pelirrojo indiferente sentándose de golpe en la silla frente a la mesa en la que estaba el ojirrojo.
-Como me han dicho, al parecer las matemáticas es lo q peor se te da. Así que coge tu cuaderno y comencemos.
-No me das órdenes. Yo hago lo q me sale de los cojones.
-Zero...-respiró hondo.- tus padres están muy preocupados por ti y quieren que salgas a delante.
-A mis viejos que les den. Mi padre se pasa el día en el trabajo y mi madre se la pasa aca para allá contando chismes con la tuya y la de tus amiguitos.- Ootomi lo captó en seguida. Sus padres no podían hacerse cargo de él por qué tenían que salir a trabajar para ganarse el pan. Conocía muy bien el estado económico de Suzuno y Nagumo por culpa de una inversión en la que los estafaron.
-Tus padres están luchando por sacarte adelante, deberías ser un poco más considerado. Nagumo está trabajando duramente en un taller grasiento respirando gasolina y Suzuno si pasa tanto tiempo fuera de casa no es por los chismes como tu dices, está metido en una residencia de ancianos. ¿Podrías esforzarte u poquito?
Se hizo un incómodo silencio y el rostro de Zero ensombreció.
-Vete a la mierda.
Se levantó y se fue ignorando la llamada de Ootomi.

Se fue a casa, cabizbajo. No sabía que hacer con Zero. Sus padres eran buenos amigos de los suyos y no eran malas personas, quería ayudarles. Esa esa una de las virtudes que había heredado de su madre, el sentido de la justicia.
De pronto, sus pasos se detuvieron frente al campo de la Ribera. Sentada en el césped se hayaba una joven de su misma edad con sus cabellos plateados al viento.

-Tara
Se asustó por la repentina presencia, pero se dió la vuelta y en seguida, pero al ver que se trataba del vicepresidente pudo tranquilizarse.
-Hola Ootomi.
Se sentó junto a ella un poco cerca. Desde que la primera vez que se hablaron, Ootomi había sido muy amable. Le daba los buenos días, le ayudaba su tenía alguna duda y la acompañaba a todas partes.
-Me han dicho que le estás dando clases particulares a Zero.- dijo la muchacha sin dejar de contemplar el rostro de su compañero.
-Así es, pero es más complicado de lo que pensé.
-Dale tiempo. Si quieres ayudar debes ser paciente. Ya verás como al final hasta os hacéis buenos amigos.- lo último lo dijo con algo de picardía.
-Zero y yo, por supuesto, amiguismos, como uña y carne.- Ootomi siguió el juego.
Ella se rió y Ootomi la vio reír. «Es tan tierna» pensó mientras sonreía inconscientemente.
-Bueno,- suspiró- ya se está haciendo tarde. Debo irme a casa o si no mis padres se preocuparan.
-¿Quieres que te acompañe?
-Claro, me encantaría.

-Sabes, parace el comienzo de una novela de amor.
-¿El que?- preguntó Ootomi desconcertado.
-El Rico y el marginal.
-¿En serio? Más bien parece el comienzo de un chiste malo.
Ella se volvió a reír.
-Sabes?- dijo justo cuando ya estaban a la puerta de su casa.- Ya me gustaría a mi que me dieras clases particulares.
-No las necesitas, eres una chica muy lista y lo entiendes todo muy bien. Pero si quieres, podemos quedar para estudiar los días de exámenes.
-Claro! Me encantaría.
-Bien.
-Bien.
-Pues... Hasta mañana.
-Hasta mañana.

Ootomi se quedó un rato en el portal para asegurarse de que entraba en casa sin problema. Luego emprendió su camino.

-Llegas tarde.- lo regañó Fudo.
-Perdona papá, había acompañado a Tara a casa.
-Tara?
-La hija del doctor Goenji.
-Vaya, así que sois amigos.- dijo Kido apareciendo de la nada con una sonrisa maliciosa.
-Mamá, das miedo.
-Y dime, sois buenos amigos?
-Si...?
-Habeis quedado?
-Si, teníamos pensado quedar para estudiar en la época de exámenes. Y... por que este repentino interrogatorio.
-Bueno, por si esa amistad llegara a algo más.- miró a Fudo y este captó en seguida por donde iba y tb puso la misma cara.
-Agh, en serio?!- protestó Ootomi al captar la indirecta.- Mamá, las reuniones de ukes no te están sentando muy bien. Deberías dejar de ir. Y ahora si no os importa me voy a hacer los deberes y luego a dormir.
-Que rápido crecen.-dijo mientras veía a su hijo subir las escaleras.
-Si quieres podemos hacer otro esta noche.- diji Fudo con picardía.
-No, hoy estoy cansado. Ya si eso mañana.
-Pero...
-Nada de peros.- le regañó.
-Agh, está bien.

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El mes que viene ya habré creado la nueva cuenta en la que escribiré otro tipo de historias. No sin fanfics pero igualmente espero que os gusten.
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Besos💋💋

El Rico y El Marginal 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora