Capítulo 3: Zero...celoso?

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Pov Ootomi:

Iba caminando directo hasta mi clase cuando allí vi a Zero de muy mal humor. No tenía muchas ganas de hablar con él q digamos, pero yo sentía que debía seguir ayudándolo. Con un hijo así sus padres deben de estar pasándolo fatal. Por muy mal que me caiga debo ayudarlo por la amistad que hubo entre ellos.
-¡Zero!- lo llamé mientras me acercaba él.- Te espero esta tarde en el aula para empezar de una vez con tus clases.
-Y si no quiero?!
Suspiré.
-Zero, me han mandado darte clases y eso es lo que haré. Así q vendrás aunque tenga que llevarte arrastras.
-Agh! Más pesadito y no naces.

Después de esto cada uno nos fuimos a nuestra clase.
Al terminar me acerqué a Tara, quien hablaba en la puerta con sus amigos.
-Hola chicos, que tal?- dije mientras estos se sorprendían. Se les notaba nerviosos; nunca imaginé q mi posición social causara tal efecto en la gente.
-Ho...hola Ootomi.- me saludó Tara con aquella hermosa sonrisa que tenía.
-Pensamos que estarías con Kai.- dijo Ranmaru.
-Sí, iré dentro de un rato con él, solo q quería decirle algo a Tara.
-A...a mi?- me encanta ver esas tiernas mejillas sonrojadas.
-Sí, me preguntaba si querías comer conmigo hoy, los del consejo estudiantil tenemos algo q proponerte.
-E-EL CONSEJO ESTUDIANTIL!!!!!
-Sí, y no grites, no se puede gritar en los pasillos.-dije con seriedad.
-Si... lo siento.- ella agachó la cabeza apenada. No me gusta verla así pero q me parezca interesante no quiere decir que no deba cumplir con mis obligaciones.
-Chao.- para que no se sintiera mal, le di un toquecito sobre sobre su hombro y le dediqué una sonrisa.

Narradora:

La muchacha lo vio irse mientras su cara se ponían como tomates.
-Wow, de verdad le caiste bien.- dijo Aoi con cierta picardía.
-Si, parece q el vice tiene algún tipo de interés en ti.- esta vez habló Shinsuke. Ya sabía lo que querían decir con tanta indirecta.
-No... no me gusta!!!!- dijo indignada.
-Ya claro...
-Tenma... CA-LLA-TE- le exigió.

En otra parte:

Fudo estaba trabajando en su despacho con Kido a su lado. Tenían tanto trabajo que su esposo tuvo que ir a ayudar.
Entonces, la puerta sonó y vieron pasar a alguien que no esperaban.
-¡Nagumo!
-Hola Kido. Hola Fudo. Necesito hablar con vosotros.
-Ahora...?- preguntó Fudo.
-Sí. Ya se que teneis mucho trabajo, pero es mucho más urgente de lo que os pensáis.
El matrimonio intercambió unas miradas suponiendo q se trataba de algún problema con Zero y tal vez con Ootomi. Pero en realidad era algo muy distinto lo que Nagumo les contó.

De vuelta en el colegio.

-¿Qué haces tu viniendo a clase?- dijo Tsurugi.
-Pensé que hoy te quedarías en el descampado.-dijo Sleed.
-Me parece que a partir de ahora tengo que venir por que mis padres han hecho que el Señorito vicepresidente me de clases particulares.
-En serio?- dijo Tsurugi.
-Pero aún así, eso no cambia nada. Puedes no venir si quieres.
Zero concordaba con Sleed. De repente se dio cuenta de algo que lo espantó. Desde q se levantó por la mañana solo había pensado en las clases con Ootomi y aún sabiendo q podía hacer lo que le viniera en gana sentía que debía ir. Y lo peor de todo, para él, era que lo hacía para ver a Ootomi. En seguida rechazó todo aquello. El no hacía nada que no fuera por si mismo. Los demás no le importaban, nadie merecía su atención... o sí?

En el comedor:

Tara quería sentarse con sus amigos, pero vio como los ojos carmesí de Ootomi la vigilaban a lo lejos, junto a todo el consejo estudiantil.
Con los nervios a flor de piel, se acercó y se sentó al lado de Ootomi.
-Me alegra que estés aquí, Tara. Te voi a presentar a mis contactos del CE. Este es Kai, mi mejor amigo, a él ya lo conoces un poco.
-Sí, hola Kai.
-¿Qué tal Tara?
-Muy bien.
Los dos se sonreían. En verdad habían tenido ocasión de conocerse los días que se quedaba a limpiar el aula por la tarde.
-Esa de ahí es Midori Seto. Qué además de ser miembro del consejo estudiantil también hace de gerente en el club de fútbol.
-Wow, encatada Midori.- dijo Tara fascinada.
-Lo mismo digo, es un auténtico honor porder conocer a la hija del gran Goenji Shuya. Ex jugador del Inazuma Japón y legendario delantero del Raimon.
-Vaya, así que conoces a mi padre. Me siento muy orgullosa de ambos.
-Y no es para menos. Son leyendas en el mundo del fútbol.-añadió el ojirrojo.
-Pero tampoco deberías quitarles méritos a tus padres Ootomi, ellos fueron unos grandes estrategas. No me extraña que tú seas tan inteligente como ellos.
Tara se había empezado a sentir más cómoda. Pero aún así su corazón seguía latiendo deprisa. Al principio sintió que no debió decirle aquello a Ootomi, pero luego se alegró gracias a la sonrisa que este le dedicó.
-Bueno...- carraspeó - Sigamos... Él es Rei, hijo de lo Hiroto y Midorikawa.- este era un lindo chico de ojos negros y cabello rojo, un poco más oscuro que él pelo de Zero.
-Increible, todos aquí tenéis mucho q ver con el fútbol.
-Sí, de hecho eso queríamos hablar te.
-A...a mi?
-Pero Ootomi, no es mejor esperar a que la presidenta del CE venga.- interrumpió Kai
-No, ya estoy harto de esperar a esa niña mimada.- Ootomi volvió a mirar a Tara.- Tara, queremos que te unas al club de fútbol.
-Yo...yo!!!!
-Sí, tu.
-Pe...pero si no tengo ninguna experiencia con el balón.
-No te preocupes, solo es cuestión de práctica.- la animó Rai.
-Bueno..., En verdad siempre quise jugar.
-Y por q esperar?- dijo Ootomi.
-Está...está bien. Jugaré al fútbol.
-Así me gusta.

Continuaron charlando tranquilamente, sin saber que alguien los vigilaba en los distancia. Zero, que se sentaba junto a Tsurugi y Sleed, haciendo caso omiso a todo lo que le decían, los observaba desde hace rato. Por alguna razón verlos tan juntos y llevarse tan bien me hacía hervir la sangre. Pasó por allí con su bandeja haciéndose el despistado y averiguó que estaban hablando sobre el club de fútbol. Entonces decidió que debía unirse. Recordó que sus padres habían sido grandes jugadores.
En aquél momento se sintió tan confuso y desorientado. En primera lugar no entendía por qué se sentía tan furioso cuando Ootomi estaba riéndose y pasándolo bien con otras personas. Y, en segundo lugar, la idea de unirse al club  fue como si algo en su interior le dijera que tal vez  no debía ver a sus padres del modo que solía hacerlo. Aquel cúmulo de cosas en su mente lo destrozaban. Detestaba tener preguntas sin respuesta...

Ese mismo día en la casa de los Kido:

- ¡Papá, mamá! ¡Ya estoy en casa!
Al no recibir respuesta creyó q no habían llegado todavía de la empresa, al fin y al cabo estaban teniendo mucho que hacer estos días. Pero, entonces, al ir hacia la cocina para coger un vaso de agua, descubrió una nota:

Hijo mío:

No te voy a mentir. Hay algo muy gordo que debemos atender. Hemos tenido que hacer un viaje de urgencia a Brasil. Ya te lo explicaremos todo llegado el momento. Pero tu no te preocupes por nada. Le hemos pedido a tu tía Haruna que te vaya a ver de vez en cuando para saber q todo está en orden.
Besos:

  Papá y Mamá.

PD: El cabezón de Kido insistió en dejarte tus tortas favoritas en la nevera para cenar.

A pesar de lo que decía la nota, se quedó realmente inquieto. Sus padres no se iban sin avisar en persona de no ser por un buen motivo; además, «A Brasil?!» pensó desconcertado.
No entendía nada, solo esperaba que todo estuviera en orden.

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