-Primero te ponemos el casco.-me informa él.
-¿Qué clase de locura es esa?-Jack intenta ponerme la protección.-deja que el aire impacte en mi cara.
-No quiero ser responsable de lo que pase, así que te lo pones o no te subes.
Mantenemos una lucha de miradas penetrantes que acaba ganando él.
-De acuerdo, tu ganas. Pero luego atracamos el banco.
-Lo que tú digas.
Y como si fuese rutina Jack procede con los mismos pasos de antes para ponerme el casco.
-Listos.-dice cuando se pone también el suyo.
Nos montamos en la moto y al cabo de pocos minutos ya estamos de nuevo en la ciudad.
Me encanta esta sensación de ir encima de la moto, me siento muy libre.
Al cabo de poco, dejando mis gritos eufóricos aparte llegamos a una gasolinera.
-Tengo que repostar.-se baja de la moto y yo le acompaño.
-¿Desde cuando conduces?
-Hace solo un año, ¿tu desde cuándo gritas de esa manera cuando te subes en una moto?
-Nunca lo he hecho.-digo obvia por la escena que monté cuando vi la moto por primera vez.-mi madre nunca me ha dejado. Es demasiado peligroso.
-¿Qué te ha parecido?-pregunta mientras termina de poner gasolina.
-Me he sentido viva por primera vez en mi vida.
Ese comentario está lleno de sinceridad.
Aunque suene triste, es verdad.
Sentir todo ese viento, esa velocidad ha hecho que me sienta viva, libre. Como si fuera una persona normal.
-¿Enserio?
-No te miento. Notar esa adrenalina me ha hecho respirar con normalidad por primera vez.
Jack no sabe que más decir y la situación se vuelve más incómoda.
-Iré a pagar.
-¿Puedes comprar algo de alcohol?-pestañeo rápido en modo de suplicia.
-Claro.-responde sarcástico.
Al cabo de los minutos Jack sale por la puerta de la tienda con una bolsa en sus manos.
-Has decidido comprar algo.-comento sorprendida.
Me imagino que él tiene un carnet falso como la mayoría de adolescentes con un poco de vida social.
...
Jack conduce durante mucho tiempo y hace que esto de ir en moto pierda su gracia porque ya me duele el trasero de estar en esta posición.
-¿Falta mucho?
-No.-grita Jack para que pueda escucharlo.-no seas tan niña pequeña, ten paciencia.
Pasan unos cinco minutos más o menos y aparcamos en una explanada.
Me quito el casco como siempre, me puedo acostumbrar a esto.
Jack camina un poco y yo le sigo los pasos mientras mi vista está fija en la bolsa que lleva.
-¡Et voilà!-exclama con los brazos en alto.
Mi boca cae al suelo sin poder creerlo.
Esto es hermoso.
-Es increíble.
Me quedo mirando atónita toda la ciudad que se encuentra delante nuestro con todas esas luces y vehículos circulando de un lado para otro.
Los edificios altos destacan mucho entre los edificios bajos de los barrios más pobres.
-¿Te gusta?-muevo la cabeza con energía a pesar de que tenga mucho sueño.
-¿Cómo conociste este sitio?
-El día que mi hermana murió me alejé de todos muy cabreado con el mundo y conduciendo y conduciendo acabé aquí. Desde ese momento este ha sido mi sitio especial, para pensar cuando uno lo necesita.
-¿Por qué lo compartes conmigo? Hay muchos sitios en la ciudad podías haber elegido cualquier otro.
-Aunque me cueste reconocerlo tu me has ayudado mucho y no paro de pensar en lo mal que te he tratado.
-¿Otra vez con lo mismo?-replico mientras me siento en una piedra.
-Soy imbécil por tratarse así sin conocerte pero es que saber que padeces la misma enfermedad que se llevó a mi hermana me pone de mal humor.
-No pasa nada.-él se sienta a mi lado dejando la bolsa en sus pies.-¿qué has comprado para mí?
-Piña colada.-me enseña la botella.-la mejor del mundo.
Me atrevo a probar sin rechistar, a mi no me gusta mucho este tipo de bebida pero no me voy a quejar.
-Esta muy suave.-comento cuando he pegado un trago.
-Eso es porque no lleva alcohol.-le miro con los ojos bien abiertos.-tienes que ser más solidaria.
-¿¡Cómo!?
-Yo no bebo porque conduzco y tú no bebes porque eres buena persona y te compadeces.
-Te odio.-intento poner mi mejor cara de enfado.
-Si me odias no tienes derecho a galletas saladas.-dice mientras saca un bote de la bolsa.
-Te amo.-digo arrebatando las galletas mientras le doy un beso en la mejilla.
Estas son las mejores galletitas de toda mi vida porque tengo unas vistas increíbles con una bebida aceptable y una compañía que cada vez soporto más.
Todo va bien por una vez en mi vida. Olvidemos que me he escapado del hospital.
-Me encanta este sitio.
-¿Lo que hemos hecho antes en el cementerio te lo había enseñado alguien antes?-suelta de golpe sin ton ni son.
Enseguida entiendo de que me habla.
-Mi madre.-como un par de galletas más.-cuando murió mi abuela me pasaba lo mismo que a ti. Un día mi madre me recomendó hacer eso y funcionó con éxito. Ahora no me cuesta nada hablarte a su lápida.
-Vaya, perdona que lo diga pero has vivido una vida de mierda.
-Te equivocas-retifico.-la estoy viviendo.-completo con una sonrisa triste.
-No todo es tan malo.-acerca su mano a mi mejilla.
Nuestras cabezas se juntan con lentitud como si no estuviesen seguras de lo que hacen pero nuestros ojos no se despegan del labio del otro anhelando ser juntados.
Jack y yo no tardamos en besarnos. Nuestros labios saben a galletas saladas con un toque de piña colada. Sus labios son carnosos pero suaves y hacen que no quiera despejarme.
¿Pero qué mierda me pasa?
mRAQUELf
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SÓLO RESPIRA (Just breathe)
Teen FictionHope. Ese es mi nombre y para quien no lo sepa significa esperanza en inglés. Padezco una enfermedad que las personas no suelen conocer pero es frecuente en todo el mundo. La fibrosis quística me acompaña desde mi nacimiento, esta enfermedad es gené...