V ; Espresso.

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Solo cinco días.

Cinco días habían pasado luego de que Herty empezó a trabajar aquí en el café. Lo hacia bien, a pesar de que me contó que nunca había trabajado de mesonero. 

-Veo que tienes un empleado, que bien.- Me dijo Raquel ayudándome a meter las cajas de tortas y ponerlas en las mesas.

-Si,- Miré a Herty, quien estaba limpiando los baños con unos auriculares puestos.

-¿Ya probó mis tortas? ¿Qué ha dicho?- Me preguntó curiosa sacando una torta de chocolate y colocándole en el mostrador.

-Le gustan, bastante diría yo.- Por que ese día se comió seis pedazos.

- Bueno, aquí tienen otra cosa para probar. Preparé unos panecillos de cinco chocolates. Te metí tres cajas, porque déjame decirte que se volaran de tus manos como pan caliente. Me guiñó un ojo.

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-El de la mesa cinco es este,- Señalé la bandeja izquierda.-la de la cuatro es la otra.

Me movía de un lado a otro mientras preparaba las tres ordenes pendientes, cuando la campana de la puerta volvió a sonar. Servía fresas, hielo y leche en el vaso de la licuadora cuando un cliente se sentó frente a mi.

-Buenas tardes, aquí esta e menú.- Sonreí a un señor con abrigo grueso, lentes oscuros y un periódico en manos. Una expresión carismática me ofreció antes de empezar a leer el menú.

-Un Espresso* esta bien, estaba buscando un lugar tranquilo para leer el periódico.

-Me alegra que lo haya encontrado, señor.- Respondí dejando dos pedidos para que Herty pudiera repartirlos.

Serví el batido de fresa en el vaso, crema y unos cuantos pedazos de fresas; el pedido tres estaba listo. Puse el café en la maquina y dejé que empezara a hacer el pedido del señor.

-¿Ha visto las noticias? Que horror...- Mencionó con voz ronca el señor mientras leía una sección del periódico.

-La verdad no suelo ver noticias, señor. ¿Por qué?- Dije curiosa recibiendo otra orden de Herty.

-Un asesino serial, ya esta es su decimoquinta victima.-Leyó detenidamente.

-Que horror, la verdad desconocía de eso.- Fruncí el ceño sirviendo su pedido en la taza.

-De esperarse.

Me detuve por un momento cuando a leguas escuché el señor susurrando eso. Que descortés.

-Aquí tiene.-Le tendí la taza frente a el y lo observé bien. No parecía a alguien que conociera en realidad, ¿Por qué dijo aquello entonces?

Pasó un rato y ya el negocio se estaba vaciando, la hora de cerrar se acercaba, pero el señor seguía frente a mi, leyendo todo el periódico y marcando algunas cosas en el con un lapicero.

-Aquí tiene, muchas gracias.-Dijo tendiéndome las coronas frente a mi del café.

-Vuelva pronto.- Sonreí amigable recibiéndole el dinero.

Asintió, se levantó y se fue.

-Pedido de la tres listo.-Le dije a Herty cuando se acercó.

Y ahí capte, mientras le tendía la bandeja, el periódico del señor a un costado del mostrador de galletas. Lo agarré y lo puse donde Herty colocaba su mochila, que por cierto, cargaba de un lado a otro.

Y seguí haciendo pedidos.

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-¿Qué pasa?

Herty estaba raro. en la mañana estaba bien, pero luego de un momento a otro en e transcurso de la tarde lo había empezado a notar un poco nervioso. Miraba el reloj, movía sus manos mas de lo necesario, hacia las cosas muy rápido y lo notaba agitado, sonrojado y ha estado yendo mas de lo habitual al baño. 

-¿Te sientes mal?- Le pregunté agarrando un panecillo.

-No, solo estoy algo mareado. Me sentaré un rato.

Asentí mientras corría para él la silla a mi lado, se notaba exhausto, no solo mareado. Tenia puesta una camisa manga larga de color beige, la cual tenia el orillo un poco mojado ya que había estado lavando los patos.

-¿Quieres una pastilla? Mañana puedes venir una hora mas tarde para que descanses.- Le sugerí, pero negó con la cabeza.

-¿Tienes que hacer algo después de cerrar?- Me miró serio.

Lo cual me pareció raro. Sus claros ojos me dejaban ver lo dilatada que estaba su pupila, le costaba respirar, su pecho subía y bajaba de manera irregular, respirando por la boca, su sonrojo inusual me llamó la atención. Tenia la calefacción encendida, no podía tener frió. ¿Fiebre tal vez? Lo dudo, estuviera sudando.

-No, ¿Por que lo preguntas?- mordí el panecillo.

Bajó la mirada a la mesa por unos segundos, lo único que escuchaba era la melodía del fondo y yo masticando el pedazo de chocolate que tenia el panecillo.

-Necesito hablar contigo.- Dijo lamiéndose los labios, resecos, por cierto.

-Espero y no sea nada malo, no regresaras a Suecia con tu cuenta pendiente ¿Verdad?- Le miré fijamente.

-Vives en el segundo piso, ¿No? ¿Podemos hablar ahí para tener mas privacidad?

Miré a mi alrededor el negocio vacío, pocas personas pasando por la acera y unas cuantas luces de os negocios abiertos. Donde estábamos sentados era suficiente, pero acepté.

-Apaga las luces y sube.- Le dije levantándome y empezando a caminar hacia las escaleras.

No terminé de subir el segundo escalón cuando la luz se estaba apagando y Herty aparecía tras de mi. Me le quedé mirando.

-¿Como apagaste la luz y estas aquí tan rápido? Ni siquiera te escuché caminar.- Lo observé fijamente, el cabello lo tenia partido a la mitad, pero aun así tapaba del todo sus ojos al estar mirando hacia abajo.

-Sube y te explico, Mellig.- Se rascó el cuello.

Así que solo me dediqué a subir las escaleras, esperando a que me dijera que era lo que le pasaba.

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*Espresso: café fuerte de color negro muy aromático

H E R T YDonde viven las historias. Descúbrelo ahora