VIII ; Un plan.

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Sentía un tic en mi ojo izquierdo y nunca me había sentido tan frustrada de estar descansando sobre mi sofá, nada se escuchaba a pesar de las ventanas abiertas, notaba la calle silenciosa y vacía, solo con algunos postes encendidos para los que caminan tarde por la zona. Un silencio abrumador me carcomía, uno tan puro y frustrante a la vez que podía escuchar cada uno mis pensamientos, mi respiración y sentir los latidos de mi corazón con una fuerte claridad.

Como pude me levanté y automáticamente las lágrimas que estaban a punto de salir bajaron tan rápido que acabaron en el piso y no en mis mejillas. Tan pesadas como los pasos que tuve que dar para poder agarrar mi teléfono, pero, antes de poder agarrarlo me acordé de la conversación y me detuve a causa de unos electrizantes escalofríos que me hicieron temblar.

Me quedé parada a unos pasos de la mesa y volví a sentir esas pesadas lágrimas. Mis oídos tapados por aquellas que cayeron en ellos mientras estaba acostada me hicieron cosquillas cuando me limpié toda con la punta de la almohada que tenía en mi mano.

-Mellig...

-No.

Mi voz salió ronca y tuve que carraspear un par de veces para que se me fuera la fea sensación en mi garganta. Negué con mi cabeza y me volteé para verlo sentado en el mueble pequeño. La sala desordenada por todos los forcejeos me causaron un revoltijo en el estomago. No me gusta el desorden.

Caminé hacia la mesita y la acomodé, moví el mueble y recogí los cojines y las mantas del piso. ¿Cómo había podido dejar este lugar así? Noté por el rabillo del ojo al pelinegro levantarse y caminar despacio hacia mí los pocos pasos que nos separaban. Estaba colocando una de las mantas sobre el respaldar cuando su mano agarró la mía.

Escuchaba claramente sus intentos de tratar de llamar mi atención, pero nada funcionaba. Su mano se encontraba sobre a mía, tratando de que yo soltara la manta, ¿Por qué lo hacía? ¿No veía que este sitio era un desastre?

-Deja de hacer eso. Tenemos que hablar.- Me decía calmado, aunque yo sabía en el fondo que estaba molesto por sus intentos fallidos.

-Si no quieres estar aquí, vete.-Le susurré. Mi voz aun seguía carrasposa.

Pero de imprevisto soltó mi mano y antes de que pudiera darme cuenta me agarró fuertemente los hombros y me volteó hacia él. Hice una mueca de dolor.

-Mírame.-Demandó.

No lo hice.

-Mellig.- Dijo con la misma voz.

Pero no le volví a hacer caso. Mi cara estaba tranquila a pesar de la presión que ejercía en mis hombros.

Hasta que me pellizcó uno de ellos.

-¡Oye!

-Necesitas calmarte, escucharme y hablarme, mujer.- Sus ojos trataban de buscar los míos con desesperación, pero no le dejé.

-¿Acaso no entiendes?- Me repitió agarrando mi rostro y haciéndome quedar frente a frente con él.

-Necesito que me veas o por lo menos decirme que opinas. No puedes quedarte así para siempre.

-Contigo si.- Admití.- Necesito, no, no necesito. Te obligo a irte, no quiero que vuelvas. No me importa tu deuda.- Le dije calmada, agarrando sus muñecas quitándolas de mi cuerpo, pero no cedía.- Tengo trabajo mañana, vete.

Pero cuando dije eso ya no estaba calmada, soné arruinada, como si fuese a chillar en cualquier momento.

-No puedes quedarte sola, ¿Acaso no lo entiendes?

-Llamaré a la policía.

-¿Y qué les dirás? ¿Estás loca?

Me quedé callada.

-Sabe dónde vives.

Entonces, lo miré.

-Tú también...- Fruncí mi ceño.

Y pareció darse cuenta de que estaba pensando, púes abrió los ojos, sorprendido.

-No estarás pensando que tengo algo que ver.- Dijo dolido.

Y lo repudié. Rápidamente di fuertes manotazos en sus brazos para que se alejara de mí.

-¿Quién eres?- Le pregunté. Caminé lentamente hacia atrás, viendo con claridad como cambiaba su expresión.

-Mellig, no estarás hablando en serio.

Caminé de espaldas hasta que sentí la mesa en mis piernas, agarré sigilosamente el teléfono.

Conecté todas las piezas en mi mente. Herty apareció de la nada, acumuló una deuda, empezó a trabajar aquí y en menos de una semana, este señor desconocido que él hacía llamar mi padre aparecía también de la nada con comportamientos extraños.

No solo eso, Herty me había dado el periódico, donde estaba la... imagen que se había caído luego de a llamada del señor.

No, un asesino.

-Tienes que confiar en mi.- Me decía tranquilamente mientras trataba de calmarme con sus manos.

Metí el teléfono dentro de mi pantalón, lo mas disimulado que podía y entonces, pensé en un plan.

-Déjame ir al baño, lavarme la cara, despejarme un poco y... Hablamos.- Le pedí, como si el tuviera que darme el permiso. Tenía que mostrarme sumisa para que mi plan funcionara.

-Por supuesto, aquí estaré para poder hablar.- Respondió con un tono de alivio.

Mientras caminaba hacia mi cuarto sentía mi corazón latiendo fuerte, dejé la puerta abierta y fui a pasos calmados hacia el baño, cuando entré y cerré la puerta fue donde pude respirar en paz.

Saqué mi teléfono y marqué el 112.

¿Cuánto tiempo durara una persona en la cárcel por allanamiento de morada?

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2019 ⏰

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