Despertar

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Abrí los ojos sentado bajo el árbol de un inmenso prado. Estaba amaneciendo y no lograba recordar nada. Ni mi nombre, ni el lugar del que venía, ni siquiera lo que era yo en realidad.
De repente, como procedentes de otra persona, dos palabras rozaron mis labios:
-Estoy muerto.-

No volvíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora