capitulo cuatro; Muchacho de la nación de fuego

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Era tarde, el sol ya estaba bajando y corría una fresca brisa que venía muy bien en este momento. Me había quedado sola para persuadir a los dos hombres, averiguar quienes eran y sus intereses, y en el caso de que mis sospechas fueran ciertas, evitar que se acerquen a curiosear al pueblo donde se encontraban Aang y los demás.

El más joven debía de estar cerca de mi edad, y a pesar de su contextura delgada se veía alguien muy fuerte, no sólo físicamente, su mirada podía transmitir miedo. El anciano que le acompañaba en cambio, tenía una mirada más tranquila y amable que la del chico.

Estaba tan concentrada mirándolos que no me percaté de lo cercan que estaban de mí. El hombre mayor al estar a unos pasos de distancia se presentó.

—buenos tardes, jovencita.

—buenos tardes, señor. —el mayor me sonrió complacido, tal vez aliviado de encontrar a alguien, le devolví el gesto por educación, y para no levantar  sospecha alguna.

—¿Tú no saludas sobrino? —preguntó el mayor dándole pequeños codazos al joven que le acompañaba.

—No molestes, tío. Ya no hemos retrasado mucho para seguir perdiendo el tiempo aquí. Vámonos de una vez.

—Oh, disculpalo por favor. Ésta algo rabioso por perder algo importante para él.

—No se disculpe, señor. Tal vez yo puedo ayudarles, he estado caminado desde hace un buen rato por los alrededores. —En parte no era mentira, había volado por los alrededores.

—Pero qué buena noticia, estamos buscando un lugar para descansar y luego seguir con nuestro propósito. Sabrás que a mi edad las largas caminatas no vienen muy bien.

—ahh, en ese caso estoy segura de haber visto termas bajo el cerro que se ve atrás. Tal vez eso lo pueda ayu..

—¡No le des ideas niña tonta!. —El joven que se había encaminado hace un momento volvió para sujetar el brazo de su tío y arrastrarlo junto a él. —Estamos muy ocupados para descansar. Tío, encontré mechones de pelo blanco, puede que sea del bisonte, apúrate.

¿Bisonte dijo? Empecé a corre en la dirección contraria a ellos entremedio de los árboles que formaban un denso bosque hasta llegar con Aang, debíamos salir antes que ellos nos encontraran.

Estaba agotada al llegar al pequeño pueblo, el sol se había escondido hace ya un buen rato y grande fue mi sorpresa cuando vi que aquel pueblo estaba desierto, no había ni un ápice de encontrar a alguien en este lugar. Pasé cerca de las casas aledañas,la mayoría estaban destruidas, mi sudor se había incrementado por el mismo miedo del momento, caminé hasta a un templo rustico que aparentaba estar en mejores condiciones que el resto de las edificaciones . No alcancé a llegar a la puerta. Katara había salido antes junto con Sokka, se acercó corriendo hasta sujetarme los brazos, estaba llorando y no entendía lo que me decía.

—¡Agatha! Qué bueno que estás aquí. —Sokka también se veían preocupado. Todo esto me hacía creer que los hombre de la tierra del fuego se llevaron a Aang.

—¿Dónde está Aang?

—E..s mí culpa. —Katara se limpió las lágrimas y siguió hablando. —Yo le dije que podía vencer al espíritu del bosque, ignoré por completo si estaba preocupado de sus habilidades. Sokka sugirió ir a buscarte, pero no nos daba tiempo, y Ryu había llegado sólo hasta nosotros, pensamos que el espíritu te había atacado. Yo.. de verdad lo s..siento.

No sabía si sentirme aliviada o no, al menos los de la tierra del fuego no sabían el paradero de Aang. Pero quién sabe de cómo se encuentra él Ahora.
Después de alertar a Katara y a Sokka de que había visto a hombres de la tierra del fuego, fui a buscar a Aang junto con Ryu, era peligroso, sí. Pero debía encontrar a Aang, antes que la nación del fuego.

Ágatha voló arriba de Ryu, rápidamente pasaba sobre los árboles en busca de Aang, y confiada de que en la noche no notarían a Ryu, totalmente ingenua de unos ojos que miraban asombrados el destello de su dragón blanco y reconociendo las facciones de la chica que había visto con anterioridad.



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