capitulo seis; caminos separados

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Era de mañana cuando llegué al refugio. No quería entrar porque me daba vergüenza aparecer a esta hora y, por qué había perdido los sapos medicinales, finalmente, después de unos minutos de ir para allá y para acá tratando de decidirme, entré.

Aang, Sokka, y Katara estaban despiertos tomando su desayuno y tenían uno para mí. Entré con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡H.. hola chichos! ¿ya se sienten mejor? Jaja.

—Ágatha, ¿Dónde has estado? — Dijo Sokka levantándose molesto.

—Pues, por ahí jaja. Mmh no podía mentir. Dormir. Digo, no podía dormir jaja.

—Cuando Katara llegó me encontró solo y con mucha fiebre, no puedo creer que te hayas atrevido a dejarme así.

—Ay Sokka, que exagerado. Había escuchado ruidos y pensé que eran intrusos, ya sabes. Fui a ver pero me desvíe un poco. Sólo eso. Como sea tengo mucho sueño y vamos a tener que separarnos desde aquí.

—Ágatha ¿segura estás bien?

—Sí, Katara. ¿P..por qué preguntas? Jaja.

—Ya no quiero seguir enseñándole agua control a Aang.

—¿Qué? ¿acaso pasó algo? si discutieron tal vez tenga solu..

—¡Simplemente ya no quiero, Ágatha! ¿Tanto te cuesta entender a ti también?

—Aang —iba a decirle algo cuando Katara se fue corriendo del lugar.

Sí Katara ya no quería enseñarle agua control a Aang no podíamos obligarla. Amarré mi mochila en el lomo de Ryu. Sokka y Aang me miraban esperando a que me arrepintiera y les ayudase.

—Chicos, no puedo ayudarles con katara. Aang, si tuviste una pelea con ella deberías disculparte.

—Pero es que no es así, no le dicho nada para que esté enojada.

—Tal vez no te diste cuenta Aang. —La verdad, no creía que esto se provocarse por una pelea simplemente, creo que sé de qué se puede tratar. Katara está frustrada porque Aang se está superando más rápido que ella. —¿Por que no buscan un nuevo maestro agua? Se desviaran un poco del camino pero es necesario tanto para ti Aang, cómo para Katara. Ahora ya me debo ir.

Dormí durante todo el camino sobre la espalda de Ryu, nos dirigíamos a las vertientes de la montaña Fuji. No muy lejos de donde estábamos. En ese lugar se les hacía culto a los dragones blancos. Aún debía descubrir el misterio de Ryu. El único problema, es qué estábamos aún más lejos de las montañas.

—¡Ryu! Era una ruta muy simple, cómo te puedes perder. —me eché a llorar de mi desgracia cuando una voz me interrumpió.

—Que dragón más bello. —Abrí mis ojos exageradamente. Esa voz la conocía, me giré y vi al abuelo de la otra vez con el cabello corto y una cesta de mimbre apoyada en sus hombros.

—Aún lo recuerdo, usted es de la nación del fuego. Si se atreve a decir una palabra acerca de Ryu le juro qué..

—Tranquila, sería incapaz de traicionar a un dragón. Menos si la nación hace años me ha traicionado.

—Me costará creer en su palabra. Señor.

—Me llamo Iroh. Supongo entonces que tendré que ganarme la confianza. 

Estaba oscureciendo, comenzaba a sentir hambre y Ryu estaba agotado de volar. Iroh llevaba pescado en el cesto, los atravesó con ramitas y los colocó cerca de una pequeña fogata. Perdería de todos modos un día y preferí quedarme junto al señor y a la vez vigilarlo si decidía traicionarme. Sin embargo, no tardamos en conversar de la nación del fuego, al parecer estaba exiliado junto a su sobrino con el que había tenido una fuerte discusión y se habían separado, estaba triste y asustado con el futuro del joven.

—No recuerdo a tu sobrino como alguien muy amable, Iroh. Además, por alguna razón se veía muy fuerte, no creo que nada malo le pase.

—No puedo culparlo por su carácter, él ha sufrido mucho desde que era pequeño, le cuesta confiar en los demás y está cegado con recibir el aprecio de su padre, y me disculpo si te hizo sentir mal. No es un mal chico, pero el poder de su familia puede persuadirlo a hacer cosas malas a cambio de la atención de su papá.

—¿No se lo has dicho? Debe aprenderlo solo. —Iroh tomó un pescado asado y se lo lanzó a Ryu. —Es un dragón muy especial, no se solían ver dragones con su características, el no es un dragón de fuego.

—Ya me lo han dicho, pareciera que tiene ocultas algunas cosas, pero no se le ve muy consciente de eso.

—Existía una leyenda entre los nómadas de aire. Hace muchos años atrás, los antiguos monjes que vivían en las alturas usaban diferentes clases de animales voladores para entrenar y que justamente representaban su aire control. Entre ellos se encontraba el dragón amarillo como el más conocido, pero se dice que cada medio siglo nacía un dragón en las profundidades de las montañas, tan suave como la brisa y tan rápido y fuerte como las tormentas, cubierto de un pelaje tan blanco como la nieve que destellaba como una estrella en las noches. Sin embargo, la razón de su existencia no era tan linda ya que era producida por un gran dolor que albergaba el corazón de una persona.
























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