Mi Propia Cruz

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A los quince años recuerdo que luego de haber dormido unas horas de la noche en una plaza, caminé tambaleante hasta donde había una cama esperándome, una cama que no siempre era lo mejor del mundo. A veces el pasto y las estrellas me hablaban de lo insignificante que soy, que luchar no sirve si el final es la muerte. Al llegar a casa y luego de devolver el estómago por la boca una, dos, tres, cuatro veces, me miraba al espejo viendo mi cara borrosa y decía: Pudo ser peor.
Hoy a mis veintidós años tengo una cama que me abraza y cuida del poco sueño que logró conciliar. Las estrellas me dan la luz suficiente como para recordar que muchas ya murieron. El pasto no me trae más que alergia. A veces me emborracho en soledad, voy al baño a mear, miro el techo que tiene una araña aplastada, tiro la cadena, enjuago mis manos, me miró al espejo y digo -Pudo ser mejor.

"poesía" y quizá algo másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora