Alta mar

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Navego por las terribles mareas de Santiago, aquí las sirenas anuncian los desastres y lejos de atraerte, molestan. El cardumen del gentío se desplaza bajo mi navío, viajan ciegos mirando la nada. Izo la vela con prontitud, el viento que siempre va en contra me obliga a tener esperanza. Luces verdes me guían sin darle un real sentido al camino. A la distancia se delatan los tiburones, traen prejuicios en su aleta dorsal, entonces giro a babor, no por arrancar ni por temor. Por si acaso.
Hay náufragos que buscan agua dulce en una escalera, les ofrezco una mano, muchos recibieron puños, comprendo su desconfianza.
Tras la densa neblina veo un faro, mi faro, en el estaré seguro. En el puerto no hay ninguna Penélope.
Dejo caer el ancla a un incierto oleaje, me despido del cielo acompañante, abro la puerta al ya conocido escondite y por fin sueño.

"poesía" y quizá algo másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora