Con qué motivo...

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¿Sigo dormida o despierta?
 No logro saber que es y que no es. Ya no diferencio la línea entre si es un sueño o una pesadilla. Es que no tiene coherencia lo que digo. Para qué escribo. Para quién escribo. Mis dedos se deslizan solos como un pianista calificado a la hora de improvisar notas en un escenario. No hay razones para seguir escribiendo, no tengo un tema en específico, no hay un destinatario que lo pueda leer, pero aún así, sin idea esencial ni tema en concreto sigo tecleando a ver que me sale. Que tonto todo lo que digo, la verdad es que ni tiene sentido. Aunque siento que tal vez alguien lea estas construcciones verbales, acompañadas de adjetivos sin funciones; y pienso que quizás le guste. Ya llevo un par de minutos redactándolo y todavía no encuentro el objetivo ni el porqué comencé a escribirlo. Es mucho el silencio y se siente el frío. De la nada río. Por Dios, me ha sacado una sonrisa este trayecto a la escritura. Ohhh, ya entendí el motivo. Y es que sin ni siquiera intentarlo, mis incoherentes palabras me devolvieron el ruido.

Detrás de las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora