37.- Cabaña

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POCHE

Tenía planeado desde hace tiempo venir de vacaciones a Aspen, y que mejor que venir con la mejor compañía existente.

—Que sorpresa ni que ocho cuartos— espetó —No traigo equipaje, mucho menos ropa para el clima de ese lugar, Poche.

—¿Quieres calmarte?— le pedí tomando su mano —Lo tengo todo solucionado, tanto como ropa y el trabajo, pero dime ¿Quieres acompañarme? No quiero arrastrarte a un lugar donde no te sientas de toda cómoda— mi cabeza me hacía una mala pasada en pensar que esto era un error, que no quería estar conmigo, que íbamos muy rápido, no sabía.

—Tienes suerte que amo la nieve, y creo que me vendrían bien unas vacaciones— se recargó en su asiento y cerró sus ojos al mismo tiempo.

El vuelo de Los Angeles a Aspen duraba hora y media, por lo que el vuelo sería realmente corto, ya me sentía realmente cansada. Aterrizamos antes del amanecer, con un poco de trabajo pude despertar a Calle, estaba muy cansandita, definitivamente lo primero que haríamos era dormir.

Había pedido que alguien nos recogiera en el hangar, al abrirse las puertas del jet el desgarrador frío se hizo presente, corrimos hasta al auto donde ya el calefactor estaba encendido.

La persona que había contratado nos trasladó hasta una de las cabañas que se encontraban cerca del pueblo.

Afortunadamente no estaba nevando en exceso así que podíamos disfrutar del paisaje en cuanto los rayos del sol salieran.

—Hemos llegado— el chofer informó al detenerse enfrente la cabaña.

Agradecimos por el viaje y corrimos hasta el porche, con apuro ingresé la llave y el código para entrar.

—Pensé que desde que llegamos saldría el hombre de las nieves y diría "Bienvenidos al Himalaya"— dijo castañeteando y pasando sus manos por sus brazos de arriba abajo apaciguando el frío.

—Y así hubiésemos conocido a Sullivan y a Wazowski— ajusté el termostato y a la vez prendí la chimenea —Mañana te muestro la casa, ahora mejor vayamos a dormir, ¿De acuerdo?— Daniela asintió y la llevé hasta donde sería nuestra habitación que estaba en el segundo piso.

—Wow— sonreí como boba viendo lo impresionaba que estaba.

En la habitación había otra chimenea, los ventanales tenían vista directa con el lago, el techo era de cristal templado dejándonos ver las estrellas, a un lado de la cama había un sofá y un baúl. Todo era rústico pero con toques de elegancia.

—Increíble, ¿No es así? En el armario hay pijamas, escoge cualquiera— le informé.

Al terminar de ponernos las pijamas nos recostamos en la cama cubriéndonos con las cobijas, Daniela se acomodó a la altura de mi pecho, con la yema de sus dedos acariciaba mi mejilla arrullandome con esos suaves movimientos.

—Buenas noches, Poché— dijo adormilada.

—Buenas noches, Dani— sujeté su cintura con mi mano, cayendo al instante en un sueño profundo.

Desperté temblando por el frío que sentía en mis pies, con pesadez abrí un ojo viendo como la mitad de cuerpo no estaba cubierto por la cobija, desvié mi vista hacía la persona que dormía a mi lado y vi como esta estaba envuelta con su totalidad con la cobija.

Quise ver la hora pero recordé que había dejado mi teléfono junto mi bolso en la sala, con cuidado me quité de encima la poca cobija que me cubría tratando de no despertar a Calle. Entré al baño para darme una ducha, al terminar cepillé mis dientes y salí notando como Daniela aún seguía dormida.

Mi Ilusión Es Estar Contigo - CACHÉ | TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora