57.- Cuatro enamorados y miedos

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Es curioso como en el mundo suceden diversos situaciones en el amor acontecen al mismo tiempo, en ese mismo instante una pareja podría estar besándose, otra pareja podría estar casándose en alguna parte del globo terráqueo, otra pareja podría estar terminando por diversos motivos, un sin fin de situaciones. Curioso como suceden mil historias en el mismo tiempo.

—¿Aquí es señorita Garzón?— preguntó Martín confundido estacionándose enfrente del hotel Langham en Manhattan.

—Si— respondió con delicadeza —Regresa a casa, nos vemos en la mañana— ordenó bajando del vehículo sin esperar respuesta de su chofer.

La más pequeña dirigió sus pasos hasta la recepción del hotel donde lo primero que se percibía era un gran cuadro con seis rostros, negó ligeramente con la cabeza sabiendo que ella no podría algo así en ninguno de sus hoteles.

—Bienvenida al Langham, ¿En qué puedo ayudarle?— preguntó el recepcionista fijándose en las finas facciones de María José.

—Tengo un reservación a nombre Poché Guzman— respondió viendo por encima de sus lentes de sol al recepcionista.

Mientras esperaba que el chico buscaba la información de su habitación comenzó a ver por todos lados esperando que nadie la reconociera, que la descubrieran era lo ultimo en sus planes.

—Muy bien señorita Guzman, su habitación es la master suite 04 en el piso 35— informó entregandonle la llave electrónica —Disfrute su estadía— con una sonrisa ladeada Poché se retiró rumbo al bar del hotel.

El reloj marcaba las veinte hora con treinta y cinco minutos cuando su tercer trago de la noche era entregada por el bartender del lugar. Mientras que esta jugaba con el anillo de promesa que su novia le había regalado la navidad pasada una delicada voz la distrajo de sus profundos pensamientos.

—¿Está ocupado este asiento?— dandole un ultimo vistazo a su anillo la morena volteó a ver a la dueña de aquella vez.

—Afortunadamente no— respondió coquetamente detallando con profundidad a aquella chica con cabello rubio estilo californiano.

—Hoy es mi día de suerte entonces— la rubia tomó asiento lo mas cerca posible de la pequeña, con una seña de manos llamó al bartander —Un Long Island por favor— ordenó, pasaron unos segundos y Poché no podía quitar la mirada de aquella chica —Tu mirada me va a desgastar—

—No solo mi mirada te podría desgastar— esa respuesta por parte de Poché ocasionó que la rubia se atragantara con su bebida.

—Empezamos fuerte— comentó riendo con nervios —Ni siquiera me preguntaste mi nombre— como era bien conocido, a Poché jamas le interesó saberse los nombres de sus conquistas hasta aquella platica que tuvo con Daniela.

—Tenemos tiempo para saber tu nombre— dijo Poché bebiendo su trago —¿Negocios o placer?— preguntó refiriéndose el motivos por el cual que se encontraba en el hotel.

—Placer— contestó con sensualidad logrando un escalofrío en la pequeña.

Placer... era justo lo que Poché necesitaba y estaba dispuesta a conseguirlo esa noche.

La platica y los tragos continuaron así como las horas y los minutos, en la mente de ambas no había nada mas que ellas dos y el deseo.

—¿Cual es tu nombre?— preguntó la rubia.

—Poché, ¿El tuyo?— respondió terminando su bebida de un solo trago, el calor que sentía por la cercanía de la chica la mataba.

—Mi nombre es ahora no me apetece de decírtelo—

Mi Ilusión Es Estar Contigo - CACHÉ | TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora