56.- Chantaje

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POCHE

¿Las mejores vacaciones de mi vida? Definitivamente sí, y no podía estar más feliz al respecto. Gracias a ese viaje encontré la paz que hace tiempo había perdido, estar con Daniela me hacia sentir la persona más amada y afortunada del mundo.

Después de pasar quince días en Hawaii nos tuvimos que regresar a Nueva York, Calle no quería dejarle toda la responsabilidad de los restaurantes a Laura, y en mi caso necesitaba ponerme al corriente con asuntos del hotel de la gran manzana.

—Es que no te puedo imaginar cubierta de lodo— pronunció mi mejor amigo recostado en el sofá de su casa mientras le contaba como Daniela me pidió ser su novia.

—Y eso no es todo, me obligó a cocinar una noche— el sonido de su profunda risa retumbó en toda la sala.

—¿Qué quemaste ahora, tarada?— en esta situación no podía reprender por no confiar en mí, porque para nadie era un secreto que la cocina tenía un odio profundo conmigo.

—Quemé nuestra cena y rompí algunos recipientes— dije con voz baja por la pena, y de nuevo las carcasas de Gabriel no se hicieron esperar —Le pagué a la host más de lo que costaban esos recipientes— mencioné rodando los ojos.

—Es que tú no eres más bruta porque no puedes— me levanté en su dirección haciéndole creer que me acostaría a su lado, pero lo que hice fue darle múltiples golpes, y fue así como inicio nuestra pequeña lucha estilo WWE.

Estaba a punto de ganar la ultima ronda cuando el timbre nos hizo sobresaltar.

—¿Iba a venir Laura?— cuestioné levantándome de encima suyo.

—No que yo sepa, me dijo que tenía una cita con unos proveedores— respondió con notaria confusión, Gabriel odiaba a las visitas sorpresas por lo que el portero siempre tenía que anunciar cualquier llegada.

—Yo voy— dije caminando hacia la puerta, en caso que fuese algún vecino molesto pondría la excusa que el dueño no se encontraba en casa.

Eche un vistazo por la mirilla para ver quién era y vaya sorpresa que me llevé.

—Es tu mamá— susurré para que no me escucharan al otro lado, Gabriel escupió el sorbo de vino que había tomado segundo antes.

—No mames— sorprendido llevó sus manos a la boca por haber insultado en voz alta —Di que no estoy, dile que estoy en Las Maldivas o que me fui de luna de miel contigo y Calle, pero dile que no estoy— susurró negándose completamente en recibir a su mamá.

—Es tú mamá idiota— grité susurrando, sabía que dejar entrar a su mamá me traería consecuencias pero era su mamá, yo hubiese dado todo por tener un segundo con la mía—Ahora te aguantas— estuvo apunto de refutar cuando abrí la puerta dándole entrada a su mamá —Leticia, que gusto verte— saludé efusivamente mirando con hipocresía a mi mejor amigo.

—Majito, que santo milagro querida— me saludó la mayor y a su vez estrechándome con fuerza, para tener más de cincuenta años aun dolían sus abrazos —¿No piensas saludar a tu madre Gabriel?— habló con reclamo a su hijo, el cual solo nos veía con un semblante serio, estaba enojado.

—Hola madre ¿A que se debe tu agradable visita?— dijo con un notable sarcasmo, pero ambos sabíamos a que se debía la vista de Leticia a ciudad.

La familia de Gabriel eran dueños de varias haciendas en varios estados de México dedicándose a diversas actividades, Leticia quería que Gabriel se hiciera a cargo de la administración de todas las haciendas y propiedad de la familia, pero el se negaba todo el tiempo, no quería seguir los pasos de su familia ni mucho menos hacerse a conocer por la facilidad que sería aceptar, por eso el prefería estar conmigo porque era un giro completamente distinto y le permitía viajar por todo el mundo, ahí nadie sabia de la existencia de su familia.

Mi Ilusión Es Estar Contigo - CACHÉ | TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora