capítulo 37.1

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capítulo 37.1

4 de octubre

—Hola, chico.

Me sobresalté al escuchar la voz del señor Stark. Dejé el bowl con mi desayuno y me volteé, pero no lo vi.

—Aquí arriba.

Pasando el dorso de mi mano por mis labios para quitar unas manchas de leche, elevé la vista. Tony Stark me devolvía la mirada desde la pantalla del televisor frente a mí.

—Ah. Hola.

— ¿Cómo vas?

Al conseguir mi atención se dio la vuelta y siguió haciendo lo que sea que estaba haciendo con uno de sus tantos trajes.

—Bien, supongo —contesté. Llevé una cucharada de cereales a mi boca.

—Es momento de que socialices un poco, ¿no crees?

— ¿Cómo? —dije, escupiendo pedacitos de cereales. Me apresuré a limpiar la mesada con un trapo que había cerca. Cuando subí la vista, mi jefe me miraba con asco—. Lo siento.

—Me das vergüenza ajena.

Relamí mis labios y miré hacia abajo.

— ¿Qué quería?

Tardó varios segundos en contestar.

—Deberías ir a hablar con tus chicas.

Fruncí el ceño.

—No son mías.

Rodó los ojos.

— ¿Por qué eres tan inteligente en todo menos en lo que tenga que ver con chicas? —Me quedé callado mirándolo impasible—. Hazme el favor, ¿sí? Baja y ve qué hacen. Te será más fácil elegir luego.

No estaba muy convencido, pero asentí.

—En un rato voy.

Apenas escuchó eso, me sonrió y se desconectó. Puse los ojos en blanco y seguí comiendo. No me llevó mucho tiempo terminar el desayuno. En cuanto estuve bañado y vestido bajé varios pisos.

Me pareció estúpido tener el acceso restringido a los cuartos de chicas; no tenía pensado dormir con nadie. Tuve que dar media vuelta e ir hacia el piso 24.

Allí encontré al menos a la mitad de las chicas. Se trataba de una sola sala gigante que ocupaba todo el piso, y tenía algunas subdivisiones. Debido a la altura descomunal del techo, supuse que habrían construido el piso 23 en el espacio que ocuparían tres pisos enteros. En una esquina había una piscina, y varias chicas la estaban disfrutando. En la esquina contraria había una especie de gimnasio: aparatos, barras, pesas, una pared para escalar y una zona en la que el suelo estaba diseñado para saltar y hacer piruetas. También había un grupo de chicas haciendo ejercicio. Fui hasta allí.

—Hola —saludé al llegar.

Algunas me devolvieron el saludo, pero ninguna me prestó demasiada atención. Me acerqué al muro de escalar y no me molesté en ponerme un arnés. Dado que mis manos tenían una condición pegadiza, no me tomó más de unos segundos alcanzar el techo.

— ¡Hey! —escuché que gritaban. Trepé hasta quedar boca abajo y vi a una chica en el suelo—. Es trampa si utilizas tus poderes.

Sonreí.

—No es como si pudiera desactivarlos o algo.

Me devolvió la sonrisa. Extendí el brazo, presioné un botón y bajé hasta el suelo colgado de una telaraña.

—Soy Michelle —pronunció.

Me encogí de hombros.

—No recuerdo todos sus nombres, lo siento.

Le restó importancia moviendo la mano.

—No hay problema —señaló el arnés que tenía alrededor de la cintura—. ¿Sabes cómo se coloca esto?

Asentí y me acerqué a ella. Una vez todo estuvo en su lugar di unos pasos hacia atrás.

—Listo.

—Te reto a ver quién sube más rápido.

Fruncí el ceño.

—Voy a ganar.

—Dame ventaja.

—Está bien.

Después de ganarle dos veces y dejarle ganar la tercera, me excusé y me fui a otra parte. En mi camino hacia la piscina me atajaron unas chicas.

— ¡Peter! —chillaron, alargando las vocales.

Cerré los ojos por unos segundos y me volteé hacia ellas, cansado de repente.

— ¿Cómo están?

Se trataba de cuatro chicas, todas vestidas con shorts de marcas conocidas y con pequeños tops de deporte. Más atrás, una máquina de desafíos de baile sonaba con música fuerte.

—Nos preguntábamos si jugarías con nosotras.

Mostré una sonrisa incómoda. No estaba acostumbrado a tener tanta atención, y menos aún de chicas. En la preparatoria apenas me miraban, incluso luego de mi revelación como Spider-Man.

—No soy muy bueno.

— ¡No importa! —dijo una de cabello oscuro. Se acercó a mí y tomó mi mano—. Soy Liz —se presentó—. Déjame enseñarte.

Entre todas me arrastraron hasta el juego y me explicaron cómo jugar. A diferencia del desafío anterior, en este perdí estrepitosamente.

— ¡Prueba de nuevo! —me dijo Sophie, luego de mi tercer intento.

Negué con la cabeza y me alejé con una sonrisa respetuosa.

—La tercera es la vencida, chicas. Esto no es lo mío.

Ellas se quejaron un poco más, pero yo caminé hacia otra parte pasando una mano por mi cabello mojado; estaba sudando. Me quité la sudadera que traía puesta, quedándome con unos pantalones deportivos y una camiseta de tirantes. Luego de doblarla de forma prolija la dejé en uno de los asientos de una zona de cine nocturno. Al lado había unas mesas donde una sola chica revisaba unas cajas. Atraído por la curiosidad y todavía respirando entrecortadamente, fui hacia allí.

—Hola —saludé, sentándome frente a ella.

Apenas elevó la mirada y volvió a sus juegos de caja.

—Hola —murmuró.

Me sorprendió su falta de emoción.

—No te ves muy contenta de verme.

Se encogió de hombros.

—No esperaba que te interesara venir aquí.

— ¿Bromeas? Me encanta este juego —dije tocando una caja roja. Ella sonrió—. Soy Peter.

—Sun.

Siguió revolviendo un poco más, chequeando que todas las piezas estuvieran presentes.

— ¿Quieres jugar?

—Estaba esperando que me lo pidieras.

Pasé un buen rato allí. A diferencia de muchas otras chicas, Sun solo quería alguien con quien jugar. Le daba igual quién era yo. No tuvo piedad y me ganó las dos veces que jugamos.

—Creo que voy a ir a comer algo —Ella asintió sin mirarme y guardó todo lo que faltaba. Hice una pausa y esperé hasta que me miró—. ¿Vienes?

— ¡Oh! —se veía sorprendida. Sus mejillas se tiñeron de rosa—. Claro.

Caminamos juntos hasta las escaleras y subimos al piso siguiente. Varias personas se me lanzaron encima y provocaron que Sun quedara a varios metros de distancia. No la volví a ver en el resto del día.

50 first dates; Peter Parker [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora