[ F E B R E R O ]

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Que triste


Miraba el cielo, mientras recuerdos amargos lo azotaban, recordaba el sonido de los disparos, las naves cayendo al suelo o explotando en el aire; aunque también recordaba lo bueno, habían ganado, habían hecho trizas a los japonés y habían demostrado quién mandaba, no podía recordar eso sin ni siquiera una sonrisa en su cara; ver la expresión asustada/neutra de imperio japonés solo le daban más ganas de ir y darle un putazo, que pena que ya no podía.

—¡Señor su avión está listo para despegar!—. México sonrió con nostalgia, para después soltar un suspiro poniéndose el gorro de su traje de aviador, para después girarse al hombre y darle una sonrisa.

—¿Están mis maletas ya en el avión?—. Miró al soldado asentir, aún con su mirada seria y neutra. México suspiró, comenzando a caminar a él avión, seguido del soldado .—Bien, entonces me retiro, Luis estás a cargo de la base—. Habló ya frente a su avión, para después volver a mirar al soldado.

—Disculpe mi atrevimiento señor—. México elevó una mano en señal de que estaba bien, y que podía seguir .—¿Porque tan de repente quiere ir a Austria sin ningún permiso de vuelo?—. Cuestionó confuso el militar, bien sabido era que su país era algo irresponsable, pero eso era extraño e impulsivo, seguramente alguien lo regañaria en grande apenas aterrice.

—Luis, Luis, Luis....¿Acaso no sabes que es el mes del amor?—. Dijo el país, mostrando una gran sonrisa .—A veces cuando quieres arreglar algún problema, lo haces de la manera más exagerada y estúpidamente romántica que puedes—. Respondió con tranquilidad, para después mirar como el militar aéreo soltaba unas risas.

—Solo espero que le vaya bien señor. Tenga cuidado por favor, Dios no quiera y le pase algo malo—.

—Como tu digas Luis—.

•••

—¡Tranquilos!—. México elevó las manos apenas bajó del avión, donde ya varios le estaban apuntando con sus armas; el tricolor se quedó ahí de pie viendo que nadie mostraba indicios de bajar dichas armas; quizás había sido mala idea aterrizar en el aeropuerto de Viena en plena noche del 13 de Febrero .—¡Soy México! ¡No tengo planes de dañar a nadie! ¡Solo quiero hablar con Austria!—. Y como si sus plegarias fueran escuchadas, los hombres le abrieron paso y dejaron paso a la nación nombrada.

—¿Qué estás haciendo aquí México?—. Preguntó frío, ya que a diferencia del mexicano, el no estaba muy feliz de ver a su ex esposo frente a él.

—Vine a verte—. Respondió simple, mientras caminaba hacia el austriaco; no pudo dar ni dos pasos ya que uno de los soldados le apuntó en el pecho, haciendo que el país mega diverso soltara un quejido .—¿Les podrías decir que se calmen un poco? Me están lastimando—.

—Lass uns in Ruhe, ich werde auf ihn aufpassen (Déjenos solos, yo me ocuparé de él)—. Le habló al jefe de su escuadra. El cual asintió y dio órdenes a su tropa para irse, no sin antes darle un vistazo al latino, que seguía quejándose de el 'golpe' que le habían dado en el pecho. Vaya que los americanos eran delicados .—Te vuelvo a preguntar México ¿Que demonios haces aquí? Y no salgas con la excusa de que estás borracho—. Austria se cruzó de brazos, sabiendo de memoria todas las tonterías que haría el mexicano en ese estado.

—No estoy borracho Austria—. Soltó una risita, para después por fin acercarse al alto europeo, poniendo su mano en el hombro .—Recordé que mañana es tu día favorito, y quería hablar contigo—. Sonrió, de nuevo sintiendo ese dolor en su pecho y espalda carcomiendo vivo.

Un AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora