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Ha pasado tiempo, lo siento. Entre  a trabajar y no tengo tiempo para nada, ni mucho menos para escribir, uff, que mal de verdad, ni siquiera pude hacerle portada a este capitulo. UnU sin mas, les dejo el capitulo. Los amo demasiado, hasta la proxima.


"TU AUSENCIA"

Capitulo once.



A las 5 de la mañana se encontraba llegando a su hogar, acababa de terminar su turno y no podía pensar en una mejor forma para pasar su día descansando. Se adentro a su casa y primero echó un vistazo a su sala, luego caminó hasta la cocina en donde se preparó una taza de café, mientras tanto se tomó su tiempo para saborear y disfrutar de aquella bebida, acompañada de su postre favorito.

Una vez terminó prosiguió a subir las escaleras hacia su habitación, pero antes de entrar en ella fijó la vista hacia la puerta que en ella tenía escrito el nombre de su hijo.

Y como cada mañana, noche o tarde, se dirigía a ella solo para ver el rostro pacífico y sereno de su muchacho, ya que eso siempre le daba fuerzas para seguir con vida.

Abrió lentamente la puerta y con sumo cuidado de evitar hacer algún ruido que pudiese perturbar el sueño de su hijo, entró y todo estaba casi en completa oscuridad, su vista fue dirigida primero hacia las prendas regadas por el suelo y luego a la cama. Su rostro reflejaba mucha confusión, la incertidumbre comenzaba a hacerse presente en su ser, se acercó sólo para confirmar que sus ojos no le estuviesen jugando una mala pasada, así confirmó lo que más temía.

Pues su hijo no se encontraba durmiendo, y mucho menos se encontraba en la cama. Con un poco de desesperación comenzó a llamarlo una y otra vez, se dirigió a cada rincón de su casa inclusive en los que ya había estado, esperando haber pasado su presencia por alto. Pero no obtuvo respuesta ni mucho menos lo encontró.

Tomoko Higashikata era una mujer fuerte, pero en ese momento estaba comenzando a desmoronarse.

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Aún no se había despertado, todavía era muy temprano inclusive para él, lamentablemente aquel estruendoso escándalo lo había levantado de golpe. Se tallo el rostro y aquel sonido aún persistía, a tan temprana hora se encontraba ya de muy mal humor, quién fuera se las vería muy mal con él, pues esperaba que al menos se tratara de algo importante y que valiera la pena para justificar la paliza que le daría.

Se levantó y a paso raudo se dirigió a la puerta, ya se había hartado y ya no le importaba quién fuera lo molería a golpes.

Abrió de golpe y grande fue su sorpresa de encontrarse a una mujer, y no se trataba de nada más ni menos que la madre del ojipurpura.

-Señora...Higashikata-. Habló con extrañeza en su voz, pues la apariencia de la mujer era un desastre, y el hecho de que ella fuera hasta su casa era aún más extraño.

-Por favor dígame que está aquí-. Colocó sus manos en el pecho del mayor mientras dirigía la vista hacia el interior. - ¡Dígame que lo vio! -.

-No entiendo de qué habla-. Apartó un poco a la mujer pues estaba confundido y no entendía a qué se refería.

- ¡A Josuke! Por favor, dígame que lo vio salir de casa, usted debió de haberlo visto, ¡Por favor! -. Su voz comenzaba a quebrarse se sujetó nuevamente del mayor, esta vez sus piernas le traicionaron pues ya no tenía fuerzas, se dejó llevar por sus emociones y en un arranque de tristeza dejó salir toda esa impotencia. -Nadie sabe dónde está...llame a sus amigos, a todos y a cada uno de ellos...y nadie sabe nada de él-.

~ Una Forma De Amor ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora