Capítulo 4: Halloween

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Llego el 31 de octubre y la inspectora y el alcalde tenían los nervios a flor de piel. Manuel estaba mejor que hacía unos días, había empezado a comer y bebía mucho menos. Todo esto había sido gracias a María, claro. El señor Torres tan solo necesitaba confianza y que alguien le asegurase que todo iba a estar bien, que había esperanza. A veces es peor tener esperanza, pero al fin y al cabo es como una ilusión óptica: vemos algo que no está ahí y que queremos seguir viendo. Aunque Manuel se encontraba mejor no había dormido en los últimos días porque él y la policía habían estado trabajando sin parar y habían conseguido que todas las familias en el pueblo estuviesen bien informadas con antelación de que ese Halloween iba a ser diferente.

***

Un dia un oficial de policía, Fernando, se presento a la puerta de mi casa. Mi madre abrió la puerta lo más rápido que pudo.

- Hay algún invitado en su casa ahora mismo-.

- No. ¿Qué has hecho esta vez hija?-  me acuso ella.

- ¡Nada!- grite ofendida.

- Esto no tiene nada que ver con su hija, bueno solo en parte- dijo riéndose, o pretendiendo reírse entre las ojeras que caían por sus mejillas.

- ¿Me permite pasar por unos momentos, señora…?

- Llámame Nieves- le ayudo mi madre y añadió-  claro, adelante -.

- Como bien sabéis ha habido una serie de secuestros en el pueblo. -  empezó a relatar al ofrecerle mi madre un asiento en el sofá - Ahora todos los padres se sienten frustrados y como es de esperar nos echan la culpa a la policía. Yo lo entiendo, pero en estas circunstancias no podemos hacer mucho-.

- ¿¡¿¡Que no podéis hacer mucho!?!? ¡No habéis hecho nada!- al gritar esto se le empezó a entrecortar la voz.

- Lo sé Nieves, pero es que no hemos podido hacer nada, ahora le cuento el porqué- se aventuro a responder Fernando tranquilizándola.- El 26 de octubre le llego una carta al alcalde diciendo que tenían a Paula, no sé si la conocéis -.

- Si –asentí, hasta ahora me había convencido a mi misma que mi mejor amiga estaba enferma o se había rebelado contra su padre y se había escapado a casa de sus abuelos, cosa que hacía a menudo, Paula tenía que estar a salvo.

- El caso es que Manuel tenía qué seguir una serie de requisitos para que no maten a su hija. Uno de ellos siendo no contarle a nadie lo que él sabe, por eso no hemos podido hacer nada. Vosotros no podéis decirle a nadie lo que os he contado, la policía se ocupa de eso. Corremos un riesgo pero es lo más seguro para que no sigan despareciendo niños -.

Mi madre y yo estábamos atónitas y al ver Fernando que no decíamos nada prosiguió.

- Bueno suerte en Halloween, cuidad a vuestros seres queridos -.

Estoy muy segura en ese momento haber escuchado como el alma de mi madre que hay a sus pies seguida de la mina ella me miró y  la recogió me dio un abrazo sosteniendo sus lágrimas

                                                                               ***
Lucía iba camino a cierta casa, había pospuesto pasar por esa calle toda la tarde pero quedaba poco tiempo y había que avisar a todo el mundo. En su mente practico lo que iba a decir y cuando se sentía segura, o lo más segura que se llegaría a sentir, llamó a la puerta.

- ¡Juan llaman a la puerta! -se escuchó en la casa, Lucía suspiro y después de un par de minutos abrió la puerta una mujer robusta entrada en años, tenía un bastón en la mano izquierda y sostenía sus gafas en la derecha.

El primero en caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora