Ahora mi cuerpo es el mapa de una ciudad abandonada. Y cada peca, una plaza, unida a otra por los trazos que dibujó tu yema en mi espalda. Líneas curvas, valientes y desafiantes, cruzando incluso por señales que claramente decían: «prohibido el paso». Infinitas calles de caricias, ahora desgastadas y borrosas, en un plano que ya nadie necesitará, pues nadie volverá a recorrer las avenidas que tú construiste sobre mi piel.
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𝗗𝗲𝘀𝗰𝗮𝗹𝘇𝗮
Poesía«𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘪𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘭𝘰𝘴 𝘻𝘢𝘱𝘢𝘵𝘰𝘴, 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳 𝘭𝘪𝘨𝘦𝘳𝘦𝘻𝘢. 𝘕𝘰𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘭 𝘧𝘳𝘦𝘴𝘤𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘦𝘳𝘣𝘢 𝘺 𝘥𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘢́𝘴 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘦𝘴. 𝘝𝘪𝘷𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘢́...