Hacia las Nuevas Tierras

Prólogo

Hace mucho tiempo, cuando todavía no se soñaba con los grandes reinos, la humanidad vivía en pequeñas comunidades. Un día, de las sombras emergió un terrible mal que llevaba por nombre "La noche eterna", un humano codicioso que había pactado con las fuerzas oscuras y estas le habían dado un poder inimaginable para subyugar a las personas. Las almas más corruptas y avaras se unieron a este poder, vendiéndose a la oscuridad.

Una era tenebrosa comenzó para todos, o les servíamos en vida o lo haríamos en la muerte. El hombre dividido no podía enfrentar aquella amenaza que lo esclavizaba y asesinaba llevándose todo a su paso; envenenaban las aguas, volvían áridos los frondosos bosques, ... era una gran pesadilla.

Pero en los tiempos más oscuros, siempre ha habido luz. Un señor salido de algún rincón del universo dio esperanza, unió las comunidades, con su magia volvió las aguas potables y revivió la flora y la fauna. Alejada de "La noche eterna", la humanidad volvió a soñar y las comunidades pudieron tener paz al fin.

La oscuridad no se iba a quedar de brazos cruzados, mandó a sus más fuertes esbirros para destruir esa esperanza. "El Benevolente", como se llegó a conocer ese señor de luz, creía en la paz y la coexistencia, y pensó que alejado de sus enemigos estos lo dejarían en paz. Fue conocido como el único error del "Benevolente" el hecho de no lograr la unidad ni preparación militar necesaria, por lo que los mal vividos hijos de la noche capturaron a nuestro guía; millones fueron sus intentos de asesinarlo, pero "El Benevolente" siempre regresaba con vida, gastando cada una de sus posibilidades. Por último, el rey enemigo lo envió a la montaña más alta del mundo y ahí lo dejó, y al descender, "La noche eterna" destruyó cualquier posibilidad de rescate: donde una vez hubo laderas para escalar, fueron convertidos en terrenos lisos y resbaladizos.

Por esa época un joven muchacho que sería conocido como "El Primer Rey" había emprendido una campaña para recuperar al "Benevolente" uniendo por primera vez bajo un solo estandarte a todas las comunidades, sería el comienzo de lo que se conocería como el reino de "La Sagrada Tierra".

Triste fue el día que, aunque la humanidad había encontrado el lugar donde habían enviado al "Benevolente", se dieron cuenta que no lo alcanzarían. Luego de varios años intentando la escalada, muchos perdieron la esperanza; solo los más devotos continuaron con sus intentos. Un día al alba solo quedaban siete personas, sucias, desnutridas, con las uñas destruidas y la piel reseca, sus ojos parecían mirar al vacío, pero ahí estaban, al pie de la montaña intentando escalar una vez más.

Una luz los iluminó, de sus espaldas brotaron alas: si no podían escalar, llegarían hasta él volando. Todos se reunieron a su alrededor viendo cómo estos sietes individuos volaban en busca de su líder.

Luego de sietes días bajaron, su piel desnuda brillaba cuando los acariciaban los rayos del sol. Fornidos y hermosos, portando nada más que sus esbelteces, bajaron los sietes hermosos ángeles con un recado del "Benevolente": serían los campeones de la humanidad y él los vigilaría desde arriba. Había enviado a los hombres más devotos con sus ideas para que fueran la punta de la lanza para acabar con "La noche eterna"

Extraído del libro de las verdades.

Han pasado muchos años desde que esto ocurrió, ya "La Sagrada Tierra" es un reino próspero y los combates con "La noche Eterna" pasaron a tener más un peso simbólico que lo que alguna vez fue la lucha por la supervivencia de la humanidad. Ya ahora preocupa más la riqueza y el crecer del reino, que lo que alguna vez fue la santa misión.