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— Chicos, perdón, les arruine su noche — Se disculpó Alexa, agachando la cabeza.
— Tu no arruinaste nada, fue ese idiota — respondió Lizzie abrazándola — deja de sentirte culpable por todo lo que hace, tu no tienes por qué sentirte así.
— Lizzie tiene razón, Lex — dijo Chris, observándola por el espejo retrovisor del auto — No vale la pena que te sientas así por el.
— Gracias por defenderme, Chris — agradeció con una sonrisa — y también por no perder la paciencia y soltarle un golpe...
— Conmigo no hubiese tenido la misma suerte — respondió Karlie haciendo reír a todos.
— Creo que por eso Sebastian te tiene miedo cuando estás enojada... — Se burló Elizabeth tratando de alegrar un poco el ambiente.
Alexa escuchaba la platica que todos sus amigos sostenían pero ella no podía dejar de pensar en lo sucedido hace unos momentos, se sentía muy decepcionada de Trevor y cada vez menos enamorada de él.
— Bueno llegamos al hotel, porque no van hacía tu habitación, Sebs — sugirió el rubio al rumano y miró hacia Alexa por el espejo retrovisor — Lex, ¿Me acompañas por la pizza y el helado? — preguntó con una sonrisa.
— Claro, Chris — asintió sonriendo la castaña.
— Bueno nos vemos chicos, el helado de chocolate — advirtieron Lizzie y Karlie a sus amigos.
— No prometemos nada — respondió cómplice Chris mirando hacia Alexa, quien se había pasado al asiento delantero junto con el, el actor de sobra sabía que el sabor favorito de la chica era Vainilla.
— Deja de mimarla, Evans, cuando volvamos a Chicago yo soy la que la soportará — dijo Karlie entre risas mientras bajaba del auto — Tengan cuidado, los esperamos en el cuarto de Stan.
— No tarden — dijo Sebastian a Chris — Vamos chicas — pasándole el brazo por los hombros de la ojiazul, adentrándose al hotel.
Por su parte Chris y Alexa se dirigieron hacia la pizzería más cercana durante el camino iban en un silencio cómodo y que necesitaba la castaña para aclarar su mente, unos minutos después el actor detuvo el auto.
— Bajaré yo, si entras ahí será una locura — sugirió Alexa con una sonrisa al rubio.
— Está bien — sonriéndole de vuelta, se disponía a sacar el dinero pero la castaña lo detuvo.
— Invitó yo — dijo mientras bajaba del auto — ya has pagado mucho, sé que eres don Millonario pero puedo con esto — Se burló haciendo reír al rubio.
